jueves, 15 de enero de 2009

Bush

Acabo de ver y escuchar el discurso de despedida de Bush. No sé que esperaba al verlo. Quizás tener la sensación de que al fin quedaba atrás una época muy confusa que dejará muchas cosas revueltas. Pero fue difícil concentrarme en el discurso de ese individuo que prefirió dar la impresión de que conversaba con los amigos de tantos años, que han vuelto a reunirse para evocar los viejos días.
Discurso de escasa nobleza. Lleno de una apócrifa nostalgia, que recurrió a la anécdota trivial -una conversación, un encuentro- para tratar de retratar un heroísmo que solo pudo enunciar de manera negativa:

America has gone more than seven years without another terrorist attack on our soil.

No, no sentí que se acababa una época. Sentí en realidad el peso de haber transitado por una páramo tosco y grosero, árido y más bien desolado, cuyo saldo es más una fatiga que una esperanza.