viernes, 19 de diciembre de 2008

La tormenta

Comenzó el viernes cerca de las dos. Una ventisca de motas blancas que caían como diminutos cristales fue cobrando fuerza. Al principio parecía que llovía diamiantes, pero después, al irse acumulando en la acera, en la carrocería de los coches, en los techos, los árboles y los arbustos, un fina capa de algodón helado lo iba envolviendo todo. Hoy, 24 horas después, sigue nevando y hay 10 pulgadas de nieve acumulada. La nieve es limpia y pura, cuando está intacta, y genera esa sensación de perfección cuando está inmaculada. Pero es sucia y traicionera, cuando se ha convertido en lodo por el paso de los coches, las maquinas que la retiran de las calles o cuando el paso de las personas, de los animales o del agua, la va tornando entre amarilla y negra.
De no haber visto nunca nevar, ahora me harto. Descubro, también, porque la gente intenta ignorarla y hacer, quizá de manera más limitada, su vida diaria. La nieve impone un encierro contra el que quiere uno revelarse. Caminar en ella es agotadora, pero cuántas cosas posibilita: he visto personas esquiando en la calle y en los parques. A los chicos deslizarse sobre grandes cojinetes inflados -como los que se usan para el mar o las albercas- o sobre grandes escudos de plástico que se transforman en trineos.
Afuera sigue nevando y yo he descubierto un mondo completamente distinto.

A perfect definition of myself

I’M a runt of Generation X, which means 1) I’m supposed to define myself entirely through ironic references to pop culture, and 2) as a member of the last generation to come of age in an era of only three TV networks, I assume everyone will understand when I drop a quote from “Scooby-Doo” or “The A-Team.”

Tomado del New York Time

sábado, 13 de diciembre de 2008

Ozzy Osbourne

Alguna vez se llamó John Michael Osbourne, pero un día se convirtió en el inusual símbolo de toda una cultura.
La transformación llevó tiempo; varios años. Y el camino seguido fue extraño. Fue un viaje en la geografía, de Gran Bretaña a Estados Unidos, pero sobre todo de un lugar en el espacio simbólico a otro.
De ser una de las leyendas negras del rock de los setentas como vocalista con Black Sabbat, Ozzy Osbourne pasó a ser -después de una larga y serpenteante carrera como cantante solitario y de nuevo con la banda- el disfuncional padre de la nueva familia televisiva americana.
El programa Los Osbourne, un reality show de MTV que retrataba la vida cotidiana de la familia de Ozzy -pues el extremo de la contracultura, lo supimos gracias a MTV, tiene también hijos y esposa, y una casa de la cual ocuparse- le dió un nuevo lugar. Osbourne es desde entonces, la imagen viva de un padre meramado y discapacitado, limitado en sus funciones y en su cariño, pero finalmente objeto de admiración y amor, que es como son concebidos los padres después de Los Simpson.
Hoy Ozzy aparece en dos anuncios de televisión en Estados Unidos. En el primero, donde promociona un teléfono celular de Samsung, su dificultad para hablar revela el carácter indispensable del celular. ¿Pero cómo sabe el número del taxista?



En otro, hecho para promocionar World of Warcraft, es el príncipe de la oscuridad -lo es desde 1979...



Endeble y terrible, desamparado y soez... Qué bien encarna Ozzy hoy la cultura del celular y los videojuegos.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Al fin del semestre


El semestre casi acaba en Brown. Poco a poco entran las prisas de los últimos días y las discretas fiestas navideñas y de despedidas. Muchos estudiantes regresan a su país o a su casa, para pasar las fiestas navideñas. Mientras el clima se enfría, cae la nieve, y es más difícil estar fuera de casa. El invierno viene con más malas noticias para la economía.
Ya se sabe de los problemas de las tres grandes automotrices, a las que hoy se suma el consorcio que controla el Chicago Tribune y Los Angeles Times. Y las prespectivas, según el presidente electo Barack Obama, son que la economía todavía empeorará antes de comenzar a mejorar.
En todo caso, el invierno es el peor momento para que darse sin empleo, o sentir una fuerte baja en los ingresos. Se paga más luz, más gas, y hay que pagar los gastos de calefacción, que llegan a desbalancear el presupuesto. Hablamos de una media de 2,000 dólares en cuatro meses, para una casa de tamaño mediano.
El caso es que poco a poco, en los lugares que acostumbramos visitar, comienzan a aparecer algunso letreros que auncian Sales por Out of bussines. No son muchos, ni es una epidemia, pero deben pesar en el ánimo de más de uno. El entorno de la universidad muestra algo de las preocupaciones en los ingresos del año que entra: han anunciado prórrogas para el pago de las colegiaturas de los alumnos, se ha detenido las obras, que eran muchísimas en el campus a principio del año, para concluir sólo un par de ellas que ya estaban muy avanzadas. No se preveen aumentos para la planta docente, y si una disminución de la reinscripción de los estudiantes.
Pero algo que sin duda tiene la vida académica, es que hace que los problemas económicos parezcan algo más lejanos de lo que realmente están. Y estudiantes y profesores no parecen ni demasiado preocupados, ni demasido agitados, a no ser por los que están buscando empleo y que pudieran no encontralo.
La reunión de la asociación de lenguas extranjeras, que no sólo es un congreso, sino también el punto de encuentro para que los posibles contratantes se reunan con los candidatos a los puestos de trabajo, es la última semana de diciembre en California. Una fecha descabellada que este año, al menos, probablemente no sea la mejor fiesta para celebrar...

domingo, 30 de noviembre de 2008

Nieve

Hoy nieva por primera vez. Es una lluvia ligera, apenas perceptible, que va cubriendo todas las cosas como con un sutil polvo blanco. A penas se nota. Pero si te fijas bien, todo parece haber palidecido.
Sé que es nieve porque se acumula en las cornisas de las casas, de donde no resbala tan fácilmente como la lluvia. Y eso crea el efecto de enmarcar los techos de las casas, con frágiles marcos blancos. Es un hermoso remate a un fin de semana largo de pereza absoluta. Una razón para permanecer en casa, metido en la cama con un libro, o frente a la tele con el café en la mano; o a lo más, dejando transcurrir las horas del ocio frente a la pantalla de la computadora, mirando de vez en vez a la ventana.
Noto sin embargo, que la nieve no es melancólica como la lluvia. No como la que el martes me condujo a un café en Charles Ave. en Boston para revelarme que algunas almas pertenecen a ciertos lugares, donde son más ellas mismas. Porque la nieve tiene más la forma de un prisión que el irremediable azar que trae consigo la lluvia.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Thanksgiving


Thanksgiving es una fiesta realmente afortunada. Sin carga religiosa que la condicione y sin que la fecha te comprometa a mostrar cuánto amas a los que te rodean, todo es asunto de comer y pasarla bien.
Hoy estuvimos en casa de Pam y Gary, la hija Rose, nuestra casera, y su marido. El es chef y tiene además un rancho, con un lago donde esquiar, en Missouri, caza osos y hace una variedad increíble de otras cosas más. Eso, como se puede imaginar tratándose de thanksgiving es importante al menos en dos sentidos: anuncia buena comida y promete una larga conversación llena de temas interesantes y desconocidos para un citadino rumialibros como yo. Y así fue: comí hasta la saciedad. Había simplemente de todo y todo estaba simplemente delicioso: el pavo, por supuesto, el puré de papa, el gravy, los brocolis con queso, tres horneados de distinto tipo -la verdad es que aunque me hice repetir el nombre y la descripción, no logre comprender claramente qué era-, y las papas dulces con merengue. Luego tres tipos de pays: de calabaza, manzana y nuez...
A la abundancia correspondió un ambiente relajado: ropa informal, la televisión encendida, hijos sin la obligación de ser educados y atentos. Cada quién, pues, a lo suy, para tratar de digerir todo lo comido.
La conversación también fue abundante, pues Pam y Gray son inabarcables: han viajado aquí y allá por el mundo, y el país. Ella es dueña de una tienda de flores y él divide su vida entre cocinar para su familia, y llevar un rancho, con 150 cabezas de ganado, en Missouri, a donde viaja un par de veces al mes. Y yo disfruto los detalles de un mundo por completo desconocido pero, de cierta forma, por las películas y la televisión, de cierto modo familiar. El acento sureño de Gary ayuda a percibir esas singularidades del quién viene de abajo, lo dijo él refiriéndose a sí mismo varias veces, pero que ahora juega a la bolsa y sólo perdió un par de cientos de dólares con la caída del mercado.

Velando armas
Para mostrar el paganismo último que subyace al thanksgiving, a este sigue el vienes negro. El día de las ofertas más agresivas de los comerciantes antes de navidad. Son las 11 de la noche y el noticiero anuncia que ya hay automóviles dirigiéndose a los outlets para esperar la apertura de las tiendas entre las 4 y las 6 de la mañana. Maycis anuncia que su tienda en el mall abrirá a las cuatro y otras que distribuirán boletos desde las 3. Si, el final de un día magníficamente relajado y tranquilo, es la tensión de querer aprovechar ofertas que, a simplemente, parecen una trampa mortal para el mermado presupuesto.

martes, 18 de noviembre de 2008

Clases


El Departamento de Italiano ocupa, en Brown, una casona del siglo pasado en la esquina de Hope y Waterman. Tiene tres pisos, muchas habitaciones y dos extrañas escaleras. Una que desciende largamente sobre la puerta principal, y otra que sube en varios tramos dentro de un cubo y acaba (o comienza) en la puerta que da al estacionamiento.
De las habitaciones, unas son "cubículos" de profesores y de estudiantes de posgrado, y otros son salones de clase. En la primera planta está el Departamento de Alemán, que ocupa algunos cuatros más en el primer y el segundo piso. Hay un par de salónes grandes en esa misma primera planta que comparten los dos departamentos, y otra en el primer piso que también es compartido. En el tercero está el espacio de los estudiantes, donde esta un escaner envidiable del que uno puede hacer uso casi libremente (en el momento en que nadie más lo está usando).
Massimo Riva imparte una clase a los alumnos de posgrado los lunes de las 3 de la tarde a las 5:30 (como el lunch es entre doce y una, los horarios de clase son a las dos en adelante. Es una clase introductoria al estudio de la cultura italiana (así muy general) y me invitó a paricipar en ella, para hablar de mis proyectos de edición digital: la revista digital universitaria (que ya no edito... por razones de recorte de presupuesto), el proyecto Pico y la Biblioteca Digital del Pensamiento Novohispano que está naciendo.
El grupo está formado por 7 personas, de las cuales solo uno es hombre. Mauro. Italiano, interesado en el cine, nacido en Milán y con una novia del mismo lugar, que vive en Connecticut. Todo eso lo se por Roberto, que es el "veterano" de los posgraduados y una mina infinita para saber de los demás. El resto son chicas. Laura, Karina (que es de origen mexicno, pero nacida en Berkley y muy californiana), Helena y, me falla la memoria con el nombre de las restantes porque no comen en el Bunker, conmigo y con Roberto, y no ha habido tiempo de saber sobre ellas.
En cualquier caso, fueron dos sesiones. La primera hace una semana, la segunda apenas este último lunes. Las impartí en italiano, aunque terminé utilizando el lenguaje universal que es aquella que mezcla, sin pudor, el inglés, el italiano, el español, y da cabida, prácticamente a cualquier otra que venga por un instante a la memoria. En la primera compartí el espacio con Federica, una especialista en Carlo Emilio Gadda, que mantiene una revista sobre él, The Edinburgh Journal of Gadda Studies, apasionada, brillante, verdaderamente fascinante. En la segunda, trabajé solo con Massimo.
Por supuesto, siempre dar clases es fabuloso. Sobre todo si te gusta. Y más cuando llevas casi un semestre de ayuno. Mis impresiones, que son obviamente superficiales, es que me impacta el reducido número de alumnos. Era toda una generación. Las acusadas diferencias de edad: muy jóvenes unos más grande otros: entre los 24 y los 32 (los hay más grandes). Su relativo desinterés por los temas digitales (son usuarios avanzados, pero no curiosos del uso de la tecnología). El desequilibrio entre la ingenuidad de algunos y el rebuscamiento de otros. En realidad, la clase resultó contrastante con un par de seminarios de posgrado multidisciplinario a los que he asistido, en que el nivel de discusión es notable (por supuesto, a veces es tan notable que sólo es mamón), que me es difícil entender cómo está realmente articulado el progreso y el avance de los alumnos, de una clase relativamente accesible, a seminarios de mayor complicación.
En todo caso, hoy comiendo con Roberto y con Karina, salió al tema la presión sobre los alumnos y los profesores jóvenes, y cómo cada año hay un grupo de estudiantes que tiene que ser dado de baja porque, o tiene brake down -y acaba en el psicquiátrico- o renuncia para tener una vida razonablemente más feliz lejos de la academia. También hablamos de cómo parece común que los profesores jóvenes consuman estimulantes para poder aguantar la carga de trabajo y la presión de la competencia académica. Karina, que es una de las más jóvenes posgraduadas lo resumió así: el asunto es de carácter. Los débiles están mejor en otra parte.

Notas tontas:
Ahora entiendo por qué la nota del periódico de Brown decía que, a diferencia de sus pares, los alumnos de Brown tienen menos sexo...
El frío está cada día mas bravo. Ya duele salir de casa.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Cosas que caen


GM

Desde mediados de la semana se supo que General Motor está al borde de la quiebra. En caja apenas tiene dinero suficiente para mantener la operación durante el mes de noviembre y se espera que en diciembre no pueda afrontar más sus compromisos. Los demócratas han anunciado el intento de negociar en las cámaras un rescate financiero para le empresa. La situación es delicada no solo por el número de empleos directos que genera General Motor, sino también por los indirectos. Está también el tema de las pensiones: GM se quedaría sin la posibilidad de responder por sus jubilados. Se teme además que, en condiciones de bancarrota su vehículos sean todavía menos demandados por los consumidores. Sin embargo, hay quienes han argumentado sólidamente contra el rescate. El argumento principal que leo hoy en New York Times, es que las tres automotrices, Ford, Chraysler y GM han sido empresas renuentes a la innovación, cobijadas siempre por su importancia no sólo como empresas, sino como símbolo del capitalismo americano. GM sigue produciendo autos enórmes que consumen mucha gasolina, y han negociado en el congreso toda clase de apoyos y normas que defiendan sobre todo, el uso de autos con gasolina. El resultado, no han introducido una sola innovación importante: no tienen autos hibridos, no han hecho eficientes sus motores, en suma no avanzado un paso. Así, para algunos críticos, la quiebra no le ve con tan malos ojos. Tal vez de esa forma entiendan que no pueden seguir siendo lo han venido siendo.
Pero entre dar una lección o evitar más malas noticias mientras la bolsa se sigue hundiendo, los Estados Unidos avanzan con la esperanza de un nuevo presidente que no gobierna aun, y un presidente que no acaba y se va, hacia las nubes de tormenta.
En esto no soy sino un espectador del derrumbre y la esperanza. De la preocupación y la alegría. De la reconciliación en tiempos que parecen de olvido.

El avión
La incredulidad de los mexicanos ha llegado a lo obsceno. La detallada información que presentan hoy los periódicos en sus ediciones en Internet sobre el accidente aéreo de la semana pasada (a mi, en realidad, me parece que ha pasado como un mes) es repugnante. ¿De verdad es necesario escuchar hasta la última palabra ,observar hasta el último instante del resplandor del avión que explota, para convencernos de qué nadie atentó contra Muriño?
Por supuesto, el gobierno se extralimita en querer eliminar toda duda, toda sospecha. Pero los medios muestran una vez más que prefieren la "información" que se obtiene fácilmente, con sólo ir a una conferencia de prensa, que el esfuerzo de un trabajo más o menos profesional. ¿De verdad todavía hay alguien que cree que las fuerzas oscuras son tan organizadas y tan capaces de hacer cosas increíbles en un país de improvisados?
Por cierto, Adriana me hizo notar que ni el New York Times ni el Boston Globe, ni siquiera el modesto Providence Journal tienen sección de espectáculos. ¿Será que habrá algo más que amarillismo rampón en el periodismo?

P.D.
En esta ocasión La Jornada parecía haber encontrado un filón interesante de investigación sobre el accidente aéreo, a propósito de cómo se contrataban los servicios de pilotaje en gobernación y las intenciones de ahorrar en ello. Que podría ser un claro un ejemplo de cómo México es un país de improvisaciones y pichicatero. Pero caray, a pesar de las evidencias, la conclusión es que es un atentado...

jueves, 6 de noviembre de 2008

Obama y South Park


El martes fue un día largo y tenso. Nos habíamos preparado para pasarlo en la calle, tratando de seguir en vivo el proceso electoral, pero contra lo esperado, una de las dos escuelas de mis hijos abrió, y eso nos desarmó el paseo. La verdad no había mucho que ver en este estado pequeño y, como dice Suzanne, maestra del departamento de Italiano, aislado entre Boston y Nueva York. Quienes votaron lo hicieron muy temprano, y en la única casilla cercana a la casa, en Hope High School, sólo se veía llegar esporádicamente a alguien. La casilla además estaba dentro de la escuela, de modo que solo se podía ver cómo algunos ciudadanos de vez en vez entraban al edificio.
Pero se percibía la tensión. Silenciosa y nunca explícita. La única votante de McCain que conozco en Providence, donde recibió un poco más del 40% de los votos para presidente, una maestra de la Internacional house, esparcía el rumor de posible levantamientos en Cypress Str, donde se vive un grupo amplio de afroamericanos, si perdía Obama. El resto de mis conocidos, votantes todos por Obama, se mantenían más bien a la expectativa. Temerosos todos de dos cosas: que las encuestas no reflejaran la verdadera intención del voto, ocultando un voto racistas, y que hubiera fraude electoral. El domingo, al inicio de la Casita del Horror de los Simpson, Homero intenta vota por Obama y cada vez que lo hace, el voto es para McCain.. lo intenta varias veces, con el mismo resultado, hasta que al intentar poner una queja, la máquina lo devora.
La razón de ese temor no solo se sustentaba en lo ocurrido en la última elección, sino también en las largas colas de los votantes adelantados (votan unos días antes) en algunos estados. Y es que, curiosamente, aquí no hay una credencial para votar, de modo que basta una identificación y que aparezca uno en la lista, o que tenga uno dos identificaciones (cosa que los más pobres nunca tienen) y se dé de alta ese mismo día en el padrón, aunque sólo para votar para presidente. Este último proceso, es el que detenía el avance de esas colas.
En todo caso, muchos temían fraude y otros una sublevación generalizada de los afro americanos. Pero el día pasó sin incidentes (yo terminé viendo una película malísima en el mall en lo que transcurría la tarde). Por la noche, cuando ya comenzaba a seguir obsesivamente los resultados por la televisión en internet, vi la noticia de la caída del avión en Periférico. Luego, mi atención quedó dividida entre saber qué pasaba allá y que ocurría acá. La emoción y la sorpresa fue, pues, doble, y los sentimientos encontrados. Y mientras aquí ganaba Obama y yo veía llorar en Chicago, por la televisión, a Jesse Jackson y Collin Powel y a Ophra, seguía por internet la forma en que se revelaba la muerte del Secretario de Gobernación que como me ocurre en todos los casos de las muertes inesperadas de personas "conocidas", ésta terminó por consternarme.
El anuncio del triunfo de Obama fue a las once de la noche (aunque se intuía de mucho antes). No hubo una gran fiesta aquí, donde parece que está prohibido hacer ruido, pero se alcanzaba a escuchar en la distancia, que en algunas partes, había quien estaba realmente festejando. Al día siguiente se percibía una sensación generalizada de victoria, sobre todo, claro en la universidad. Aunque cabe anotar que, pese a esa sensación, Providence sigue siendo un lugar que parece que está lejos y es ajeno, a casi cualquier cosa que ocurra fuera de sus calles -es una inercity relmente muy iner...-.
El colofón de todo esto, sin embargo, fue el programa de South Park transmitido el jueves a las 10 de la noche. No sólo hacía uso de los discursos de concesión de McCain y de victoria de Obama, sino que, parodiando a Ocean eleven, esa película con Brad Pitt y George Clooney, cuenta la historia de como toda la "lucha" electoral era en realidad una coartada para poder robar unas joyas, a cuya caja fuerte sólo se puede acceder por la Casa Blanca. Y si, hacen la caricatura en un día (los discursos fueron al rededor de las doce, hora del Este y la caricatura estaba 48 horas después hecha y al aire. En este blog hay segmentos del programa, vale la pena verlo.
Y si, hay personas que hoy me han dicho, con mucho orgullo, que se han reconciliado con este país.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Halloween


Halloween sigue siendo una tradición que, pese a toda la comercialización y su banalización de la que ha sido objeto, mantiene en Providence, la mayor parte de su sentido. Rose, mi casera, subrayó, como era de esperarse, las diferencias de la celebración de hoy con las del pasado: "Antes era mejor, ahora todo mundo se emborracha." Pero es difícil sustraerse a la excitación que provoca el andar por la calle disfrazado. Desde la mañana, en Brown, se podían ver desde brujas hasta tiburones digiriendo un bañista. Y claro, toda suerte de hadas y de demonios. Y lo mismo en el autobús de regreso que en el la fila del CVS. Las compañías teatrales de Brown pusieron en la semana a la venta todos los vestuarios usados en la temporada pasada, para que los estudiantes pudieran adquirir disfraces para el halloween. Por supuesto, las tiendas de ocasión todas, vendían máscaras y disfraces completos, con los cuales deambular por la calle o intoxicarse en los bares. En la tarde, salí al portar con mis dulces a esperar el treat or trick. Mis hijos, tan poco habituados a disfrazarse, improvisaron algo en casa de Bobbi, que en menos de un segundo se había transformado de carpintera en bruja y se probaba todos los disfraces disponibles junto con mis hijos, como si ella misma fuera a acompañarlos. Al final, mientras ellos recorrían en barrio, junto con Pam y sus hijas -Pam es la hija de Rose-, Adriana y yo permanecimos en el portal recibiendo a los extraños visitantes. Solo un racimo de princesas, perfectamente disfrazadas como tales, se negó a aceptar nuestros dulces. Ahorcados, militares, decapitados, una Janis Joplin sangrienta, y cualquier cantidad de seres fantásticos y espaciales, agotaron las reservas. Pero la sensación de sentirte parte de una actividad de solidaridad colectiva, o quizás mejor, de donación colectiva, es muy grata.

Eso fue el viernes. Ayer, 5 horas en el Museo de Bellas Artes de Boston. El museo es enorme -y trabajan en nuevas ampliaciones- y contiene, como el Metropolitan de Manhattan o el RISD de Providence, un contenido tan ecléctico, como el que pueden donarle donadores de gustos dispares y extraños. Desde momias y cascos griegos, pequeñas piedras con escritura couneiforme, a mobiliario decimonónico, y un sinfín de obras impresionistas. Así que entre Monets y máscaras africanas, pasamos el día. Al final, es difícil saber si te gustó el museo. Y uno se queda más bien, con las exposiciones temporales que tienen más unidad y por lo mismo más fuerza. Una hermosa -e impresionante- colección de joyas de art nouveau. Y cuando digo joyas es precisamente eso: prendedores, collares, etcétera. Una exposición monumental de retratos de Yousuf Karsh -fotógrafo de la revista Life- quién tomara fotografías en un estilo muy peculiar de los personajes más famosos y poderosos de su época: sobre sale una foto de Churchil, pero en todas logra, al menos a primera vista, la expresión de la humanidad del personaje. Hay una Jaqueline Kennedy como una princesa joven de mirada ensoñadora, un Hemingawy cuya luz lo hace aparecer como un santo viejo, entre muchos otros personajes que te miraban como si estuvieran presentes.
Pero la exposición estrella era la colección de objetos asirios del Museo Británico: es muy difícil describir la monumentalidad de las piedras y su capacidad de trasmitir la historia contenida en ellas. Cultura lejana de la que yo sé poco, pero que se me ha revelado asombrosa. Una tarea pendiente por hacer.
Ahora oscurece a las 5 de la tarde. Es una experiencia nueva, que no deja de provocarme inquietudes. Tan pocas hora de sol y de día, es extraño.

jueves, 30 de octubre de 2008

Baudelaire is allways right

Con esta frase definitiva, con la que no puedo sino estar completamente de acuerdo, Carlo Ginzburg respondió a una de las preguntas, tras la lectura de un texto sobre el cuadro La muerte de Matat de David. Lo que leyó no fue un texto concluido, sino preparatorio, y las opiniones en Brown, al día siguiente del evento, fueron en el sentido de que en esta ocasión Ginzburg no fue más allá de lo que ya se le conoce, y no ofreció al menos en su exposición inicial, nada que no se supiera, de un modo u de otro, sobre el cuadro y la tradición religiosa secular. Si hubo discusión y polémica, fue por su “atrevimiento” –frente a un auditorio de historiadores del arte, sobre todo- de querer atribuirle a David la influencia de un oscuro escultor rococó, del que se conserva un mausoleo en mármol en Roma, que vagamente recuerda a la posición de Marat retratado por David. Pasó a segundo plano en el debate, lo que para él era el asunto central de su exposición: cómo el contexto se vincula con la forma.

Y es que la sesión de preguntas y respuestas fue mejor, no sólo porque dejó ver el entusiasmo con que Guinzburg y de sus intereses, sino porque mostró algunas de las ideas y los temas que despertaron mayor entusiasmo. Yo me quedé, como puede verse, por la reverencia por Baudelaire.
A Máximo Riva –de quién apenas he hablado aquí, a pesar de que es el cómplice que ha conspirado conmigo para que yo esté en Nueva Inglaterra- le impresionó la forma en que Guinzburg ejemplificó como se debe abordar una obra, y a la mañana siguiente estaba preparando su clase, con la intención de que los alumnos repitieran el procedimiento de Guinzburg: buscar en los detalles del objeto, los elementos del contexto donde se inserta.
El fin de semana se adivina intenso: mañana Halloween, el sábado el museo de Artes de Boston, el domingo, la nueva Casita del Horror de los Simpson –donde, dicen, Homero intenta votar a Obama-, y el martes, las elecciones. Quizás el domingo, también, un Virtual Kennedy que está generando polémica. Así que ya habrá ocasión de escribir más.
Orgullo de papá: el equipo de futbol de Paolo ganó el campeonato interescolar.

domingo, 26 de octubre de 2008

Dólares


El jueves estaba a punto de dormirme. Eran cerca de las 11 de la noche, e iba al baño antes de acostarme. Al paso por el comedor, de la computadora salía la voz de mi suegra. Una vez más nos hacía saber cuanto ella tenía ella razón al decirnos que convirtiéramos los pesos en dólares y el poco caso que le habíamos hecho en eso como en otras cosas. Y, por supuesto, tenía razón: en dos semanas todo nos ha comenzado a costar 30% más y, dependiendo del día, un poco más. Yo paso la mañana viendo cómo caen las bolsas y sube el dólar, y me resigno ante esta nueva fatalidad. Utilizo las páginas financieras del New York Times: al levantarme veo las bolsas de Asia y las de Europa, al llegar a la biblioteca, las de América. Evito los periódicos mexicanos para no contaminarme del alarmismo, la desinformación y la sinrazón que los recorre. Parte de los síntomas de esos días es el haber recibido más de cinco correos con la cosa de Amero. Internet, la maliciosa ingenuidad, y una crisis que a veces no se ve dónde va a parar, trae estas cosas, que llega a los periódicos.
Esta vez no ha habido mucho con qué compensar la preocupación. Y el viernes soñé con mi padre (a quién operaban) y con mi tío (al que no saludaba en el sueño). Yo iba semidesnudo, más preocupado por la salud de mi padre que por mi atuendo, aunque luego, claro, me sentí incómodo. Disfruté encontrarlos en sueño, aunque sólo fuera para hacer más evidente mi inquietud.
Esta semana viene a Brown Carlo Ginzburg.

martes, 21 de octubre de 2008

Conacyt


Me escribe CONACYT, entidad a la que solicité un apoyo de al rededor de 600 pesos en tres años:

En los proyectos financiados con $130,000, la recalendarización presupuestal debe hacerse para un año y se recibirá en una sola ministración. Este apoyo se otorga como reconocimiento a la calidad de su proyecto y con la finalidad de que su investigación no se vea interrumpida. El CONACYT está consciente de que los objetivos, metas y entregables comprometidos en su propuesta original no podrán ser cubiertos. Con base en lo anterior, en el anexo 2 de su convenio se estableció este párrafo especial: “Dado el interés por impulsar y fortalecer paulatina y sistemáticamente la investigación básica, comunico a usted, que aun cuando el resultado de la evaluación de su proyecto, realizada por el Comité de expertos con el apoyo de los Evaluadores Acreditados le impidió ubicarse dentro de los proyectos apoyados con mayor cantidad, el Comité Técnico y de Administración del Fondo, acordó asignarle recursos por $130,000.00 (ciento treinta mil pesos) que serán ministrados en una sola exhibición con la intención de que pueda iniciar de manera preliminar el desarrollo de su proyecto, en tanto lo inscribe en una nueva convocatoria del CONACYT o bien, le es posible conseguir el financiamiento por alguna otra instancia. Es importante hacer notar que los proyectos con esta prioridad se considerarán vigentes por un año.

Y luego agrega:

Una vez concluido el periodo de apoyo, se deberá entregar un reporte sucinto en el que se expliciten las actividades de investigación que fue posible atender con los recursos otorgados.

En la maraña de cosas que no entiendo, pues no recibí un dictamen, sólo supe el resultado por una lista (como la del ingreso a la UNAM), nunca me quedó claro si los 130,000 pesos era el monto anual o total del proyecto. A la confusión ayudó una notificación anterior en que se indicaba que necesitaba reprogramar las 130,000 "para el primer año".

Ahora descubro que es para el único año y que no podré renovarlo inmediatamente (tronó el presupuesto, cambió el criterio, a alguien se le olvidó decir las cosas claramente o necesitan a alguien urgentemente que les ayude a redactar).

La buena nueva es que no tengo que hacer lo que me había propuesto, porque no me dieron el dinero suficiente. De hecho, la propuesta es, "pos arráncate, y a ver luego de donde consigues mas lana."

Me pregunto si esta es la forma más eficiente de estimular el desarrollo de la ciencia básica, ¿Cuántos de estos proyectos no pasarán de quemar los recursos sin llevarse realmente a cabo?
En todo caso, estas noticias no ayudan en nada a mi ánimo errante como el peso, y más inclinado a la tristeza que a la alegría. P



domingo, 12 de octubre de 2008

Life in Mars

Los últimos días han sido malos. Se entiende que cuando el peso está a 14 por dólar y tu estás en Estados Unidos, las noticias no son las mejores. Y si de pronto entras en crisis –por cualquier de las 100 razones legítimas para azotarte- y recibes un par de reveses, pues lo normal es que busques a toda costa una manera de compensar el mal humor y el decaimiento, que la mala cama en la que duermo no hace sino incrementar. Y yo lo hago viendo tele. De modo que hoy hablaré precisamente de eso, de lo que estoy viendo en la televisión. Me detendré no en las series que ya se transmiten en México y de la que solo hay una nueva temporada, como Criminal Minds y Lipstick Jungle, sino de las dos series de estreno que me han llamado la atención hasta ahora: el mentalista y Life in Mars.
Del primero diré poco, porque es muy aburrida. Parece ser una muestra entre Buffy, CIS y Monk. La historia es simple: se trata de un policía que antes trabajaba como mentalista, y que utiliza su capacidad de observación y de psicología para descubrir al criminal. La propuesta visual, narrativa y temática, en realidad no aporta nada nuevo, y mejor es pasar de ella.
Pero Life in Mars, que toma como motivo la canción de David Bowie, es una serie que promete mucho. Se estrenó apenas esta semana. En síntesis, se trata de un policía del 2008 que, por un accidente, acaba por viajar al pasado a ser el mismo en 1973. Exceptuando la pésima solución al viaje al pasado (mediante un accidente de tránsito!), el programa es una reflexión muy interesante que confronta dos esteriotipos de policía: el de los 70s, rudo, mal vestido, jodido y corrupto, y el del 2008, fashon, nice, y nerd. El resultado, que tiene que ver sobre todo con la forma en que se maneja la escenografía de los años 70s, no tanto una lección de ambientación, como una lección de conocimiento e investigación de la representación televisiva del mundo policiíaco en los 70s, lo vuelve apasionante.
El programa está en la línea, aunque menos denso, que Swingtown de CBS. Un drama ubicado también en los 70s, sobre la vida de parejas casadas que tienen relaciones con otras parejas.
Y si, por lo menos en parte, la televisión da una compensación, a una ruda semana.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Late Night with Conan O'Brien

A las 4:50 estábamos en el piso 7 del Rockefeler Center en el set de Late Night with Conan O'Brien. El set es más bien pequeño. Es un espacio rectangular en que una parte la ocupa una tribuna donde caben doscientas personas, como en un pequeño teatro, sólo que la tribuna, en relación al escenario, está elevada y continúa elevándose, para poder ver al anfitrión y los invitados, entre la maraña de cámaras y de personas.
Lo primero que llama la atención, una vez que has pasado por los detectores de metal, haz subido al elevador y a has entrado al set, es que está notablemente limpio y ordenado, pero sobre todo vacío. No hay técnicos, ni camarógrafos, ni está el floor manager ni el productor. Solo la señorita amable que nos codujo desde la planta baja hasta ahí y que se coloca al final de las escaleras que bajan de la pequeña tribuna al piso del set, nos permite saber que alguien más está a cargo.
El ambiente es tenso como en el teatro por la presencia de objetos inertes: las cámaras abandonadas por todo el espacio libre del set, el pequeño escritorio y los sillones que están, al frente y a la izquierda, sobre una tarima redonda, en cuyo fondo hay una panorámica desde el aire de Nueva York de noche y, en una esquina, pegado a la tribuna del lado izquierdo, sobre otra tarima, una batería que junto con los instrumentos de una banda que no ha llegado, colaboran a darle a todo una aire fantasmal. Al fondo y a la izquierda hay una cortina azul, desde la que, ya desde ahora, sabes que saldrá el grupo de rock invitado al programa. De ahí es de donde sale, de pronto, el único técnico que se ve pasar. Un hombre muy alto y gordísimo, que cruza el set, sube las escaleras de la tribuna y desaparece al fondo, solo para reaparecer, minutos después por la única puerta que tiene el set a la derecha, para volver a subir por las escaleras y desaparecer por completo. No entendemos qué pasa, pero es la única interrupción que nos saca de un letargo que se prologaba, y que realmente termina en el momento en que se encienden las televisiones que están encima de nosotros y comienzan a trasmitir segmentos de programas pasados. El volumen es alto y la reacción es inmediata, todos reímos –a veces creo, sin saber muy bien por qué- contagiados por la curiosa alegría de participar en ese programa.
Ignoro si fue mucho o poco tiempo, porque para entonces había perdido todo sentido de la duración. Pero de pronto, de la puerta latera de set sale un individuo alto, acompañado de otro más pequeño haciendo chistes. No es el anfitrión del programa, pero es sin duda un cómico que pregunta de dónde viene la gente presente en el auditorio, hace chistes, se burla de nosotros, y al mismo tiempo nos instruye: nos agradecen que estemos ahí, pero ya que estamos hay que aplaudir fuerte, como si nos gustaría, y reír. Nos dicen también que podemos ver la televisión y quizás vernos, pero que evitemos saludar y gritar: mamá, estamos aquí. Su participación se interrumpe súbitamente a una señal del más pequeño. Y de la cordialidad pasa al silencio. Ahora vemos que en el set están los músicos de la banda que han ido a ocupar su esquina y comienzan a tocar.
Un momento después, finalmente, sale nuestro anfitrión: Conan O’Brien. Es muy alto y muy flaco. Lo percibo desproporcionado, como a mucha gente de la televisión. Su cabeza es demasiado grande en relación con su cuerpo, y sus piernas son demasiado flacas, de modo que parece no sólo una persona, sino también su propia caricatura. En cuanto sale todo cambia: dos australianos sacan una bandera en una de las últimas filas; una chica saca de entre sus ropas un retrato a lápiz de él. Todo para llamarle la atención. El comienza por saludar de manos a todos los invitados de la zona VIP. Con uno de ellos baila y se da un abrazo. Luego invita a una persona más a abrazar al primero. Nos contagia a todos y aplaudimos a rabiar y nos reímos. El efecto es inmediato: como una energía que súbitamente se transmite. Luego se dirige a los australianos: en el show va a estar Russell Crowe, que es australiano también. Así que apura los chistes y vuelve a agradecer la presencia de todos en el programa. Luego desaparece por la cortina del fondo. El programa en realidad está a punto de comenzar.
En el set ya hay un grupo grandísimo de personas. Camarógrafos, técnicos, asistentes, el floor manager, el productor. Comienza la banda en vivo a tocar. En las pantallas vemos el anuncio de entrada del programa, y luego a Conan O’Brien salir detrás de la cortina para iniciar la conducción del programa. Nada es improvisado, cada uno de los chistes, de los comentarios y de las cosas que dice, están en unos cartones que alguien sostiene sobre la cámara: no hay teleprompter pero si estos cartones que contrastan con las sofisticadas cámaras de alta definición. Me sorprende la forma en que aprovechan el espacio. Pues en la televisión no se ve lo estrecho que es todo, ni siquiera lo pequeño que en realidad es el escritorio detrás del cual se sienta el conductor. En el fondo, está por demás muy claro que el set no tiene por qué ser enorme, si solamente veremos a un señor sentado un escritorio.
Como la película de la temporada es Beverly Hills Chihuahua, sin que nos demos cuenta, en lugar del baterista de la banda está ahora un pequeño perro chihuahua que no he visto salir de ninguna parte. El ir de la pantalla al set es algo que impide percibir, justamente, lo que ocurre fuera de la pantalla. Luego sobre el escritorio aparece el chihuaha que sustituye a O’Brian, este se ha pegado a una pared para quedar fuera de la toma de la cámara y desde ahí continúa con su parlamento. La presencia de los animales permite ver la diferencia entre lo que se mira en la televisión y lo que se percibe en el set. Los perros no hablan en realidad, y se ven desconfiados en lugar en que han sido colocados. En la televisión, en cambio, son las estrellas. Finalmente viene el corte a comerciales. En ningún momento vi entrar o salir a los perros, y ahora busco donde estarán. Pero se han ido. Durante los anuncios, todo se releja: todos caminan en torno a Connan, o se arremolinan alrededor de las cámaras. Después vemos al Floor Manager indicar el reinicio del programa. Se prende la señal de aplausos por primera vez y hacemos lo que nos corresponde… El programa sigue con sus segmentos y secuencias. Es entretenido estar ahí ver simultáneamente el set y el programa –que se trasmitirá ese día a las 12 de la noche. Finalmente llega el momento estelar y O’Brian presenta a Russell Crowe.
Me sorprende verlo salir y confirmar que, en efecto, se parece a sí mismo. Y no deja de impresionarme la existencia de estas personas que han aceptado el arduo trabajo de ser reconocibles para todos. Y no sólo reconocibles, sino incluso familiares: a el lo he visto visto en la privacidad del cine o de la casa, incluso en la intimidad de la cama. Además, cómo se que ha hecho papelones estando borracho, que está casado, que tiene un hijo. Por otra parte me divierte oírlo hablar de su hijo, de su relación con él, de la intensidad de su cariño, expresada siempre a través del teléfono: para que requerir su presencia, pienso, cuando su imagen está por todas partes. Le sigue Alicia Keys. Es hermosísima, pero es muy rígida. Más bien parece muñeca de escuela para damas: camina con la espalda perfectamente recta, se sienta con la espalda recta también, mirando al frente, sacando el busto. Su vestido y su piel brillan más en la pantalla que en la realidad. La luz que emana la imagen la resalta y le envuelve. Sentada ahí al fondo, no se ve tan lustrosa, pero está modelada a la perfección. Se traiciona al hablar: no tiene tanto dominio de sí misma y no se ve espontánea en lo que han preparado, una tonta conversación sobre sombreros, que termina cuando ella le regala un sombreo ridículo a él. Pero canta un trozo del Mago de Oz y la potencia de su voz es impresionante.
El show finaliza con una banda de rock inglesa de la que no logré retener el nombre. Luego el anfitrión se despide del publico en casa y sólo unos instantes después de nosotros en el estudio. Las luces se apagan… salimos en silencio, todavía con algunas risas, el recuerdo de algún chiste tonto. Nos esperan las calles de Manhatan. Es ya de noche, pero Nueva York sigue siendo el que era, cuando hemos entrado.





lunes, 6 de octubre de 2008

Fuera de lugar

Yo digo que ahora hace frío, aunque en realidad, los demás actúan como si fuera, bueno, un poco más fresco que en verano. Es la falta de costumbre, de saber qué es tanto frío. Además, está el problema de no tener la ropa adecuada –las variantes de las temperaturas son tales, que pasamos de un verano calurosísimo, a un otoño muy fresco- que hace sentido el que haya tal precisión en la moda: ropa para otoño, no muy pesada ni demasiado caliente, y ropa para invierno, mucho más cliente y pesada. Pero vestir a cuatro para cada ocasión es una misión si no imposible, si muy costosa, y eso no me hace feliz. Así que andamos en parte con ropa prestada, que no es para el otoño –bueno, en realidad ando yo que soy siempre el más exagerado- de modo que mi sensación de sentirme fuera de lugar se ha incrementado.
Pero en el fondo, en un país en que el individualismo es la divisa, estar un poco fuera de lugar es también estar un poco “in”. Me gusta esta paradoja que hacer realmente difícil a cualquier estar verdaderamente fuera de lugar. Incluso el perturbado que el otro día en uno de los baños de los comedores de Brown orinaba con los pantalones a mitad de las rodillas mientras platicaba consigo mismo, casi me pareció un individuo perfectamente normal. Roberto, un amigo, me hizo notar que era uno de los locos del campus y sólo hasta entonces asumí que lo era.
Porque hasta ahora, sólo en Kennedy Plaza, donde está la estación de camiones, había visto a los outsiders: los homeless, los heroinómanos y, claro, los pobres, que aquí siempre se ven como fuera de lugar. Y es que llama la atención la forma en que en esta ciudad, al menos, están en pugna el estándar contra la diferencia. Una tensión singular porque son dos tendencias acentuadas en todos lados. Nada por debajo de la norma, todo diferente. Y en la medida en que las diferencias sociales están notablemente más mitigadas que en América Latina, esto se vuelve una tensión en la definición de la identidad. Y aunque esta conclusión suene completamente fuera de lugar, creo que, por primera vez, entiendo alguna de las razones para la moda: una de las soluciones a la tensión entre estándar y diferencia.

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El video corresponde a una obra presentada dentro de Pixilerations, un evento de creación multimedia.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Otoño

Ha llegado el otoño. Y como en una de esas actividades organizadas para asombro de los turistas, de pronto todos los árboles comienzan a cambiar de color, y las gentes comienzan a hablar de lo maravilloso que es que cambien de color, y de los lugares increíbles en donde puede irse a ver cómo cambian de color.
Yo, claro, me he contagiado de esa emoción, aunque no se muy bien por qué. Quizás porque se dice que esta es la mejor época del año en Nueva Inglaterra, quizás porque, como dice una maestra de la International House, es mejor hablar de las hojas que caen que del meltown de Wall Street o del Bailout (son palabras nuevas para mi que estreno aquí sin rubor) que no pasa en las cámaras.
Son palabras que se repiten en todos lados: trumoil, meltown, bailout… en boca de todos lo expertos en finanzas que recomiendan no entrar en pánico. Son pocos los signos de que la gente común y corriente esté preocupada. Más bien parece enojada. Se ve en la presión ejercida sobre los diputados para que no pasen el plan de rescate de Bush. Se ve en el cada vez más significativo revés, en las encuestas, a McCain. Y en la pérdida de glamur de la gobernadora Palin (quién si dijo que sabía de política exterior porque desde su casa veia Rusia). Pero también se siente en la calle, pues al fin las personas platican de algo y se les nota, por decir algo, inquietas, lo que en realidad no quiere decir, aquí, gran cosa.
Pero me queda claro que esto es el otoño, y que el invierno todavía está por venir. Así que esto podrá ponerse aun más emocionante para todo el mundo. Pues a decir de los analistas, los efectos apenas comienzan a sentirse: la venta de autos en septiembre, por ejemplo, cayó un 30%. Y no se por qué, de pronto se me ocurrió que en el año en que van a demoler el estadio de los Yankees de Nueva York, tal vez esté por demolerse algo más.
Mi mujer espera que el globarl warming evite que tengamos un invierno muy frio. Yo, pesimista como siempre, estoy seguro que si estando aquí se cae la bolsa como se ha caido, también tendremos el invierno más frío de mucho tiempo. Tal vez por eso, es mejor seguir hablando de la memoria y del olvido. Del otoño y de las hojas.

domingo, 28 de septiembre de 2008

Memoria


Wiliam Defoe (actor) por Daniel Defoe (escritor), Philip Marolwe (detective de ficción) por Christopher Marlowe (dramaturgo isabelino). Son sólo dos ejemplos de los personajes que suelo confundir en la inconciencia más plena. Como si mi memoria sólo tuviera lugar para un Defoe y para un Marlowe, y sólo recuerda al más resiente (lo increíble es que, además, lo toma como si fuera, en verdad el antiguo). Me ha pasado mil veces. Pero no sólo con ellos. Quisiera pensar que es una suerte de dislexia intelectual (padezco además una dislexia común: confundo v, b, c, s, z, y últimamente me ha dado por escribir muhco, en lugar de mucho), pero a menudo temo que el problema es la forma tan rara en que funciona la memoria. Ese instrumento de evocación fantasmagórica, que sigue unas reglas no siempre muy claras, ni muy justas. ¿Por qué se empeña en recordar nombre de jugadores de futbol, futbol americano, béisbol (muy pocos), tenis y pilotos de carreras, en lugar de guardas espacio para recordar los últimos novelistas que he leído, el ensayista americano que acaba de ahorcarse y que se llamaba…. (no lo recuerdo) o el nombre de esa antigua novia que se me escapa ¿Mireya? ¿Laura? ¿Lidia? ¿Ana?
Se podrá decir lo que se quiera, que la memoria es infiel, que no puede uno confiarse de ella, pero lo cierto es que cada vez más me de la impresión de que se trata de una cierta forma autónoma que se reconstruye cada vez a través de los más inverosímiles caminos: no sólo elige qué recuerda, la forma, el modo y el momento en que lo hacemos, sino que dinámicamente, a lo largo del tiempo, va cambiando de forma ese recuerdo: el primer beso, por ejemplo. Y no hay uno sino muchos, pues dependiendo del día, la hora y la forma en que se aviene mi memoria, el verdadero, el único, el auténtico primer beso es ese que una vez ocurrió una vez sobre Presidente Carranza, y luego el que te di detrás de la sala Netzahualcoyotl, los que nos dimos debajo de uno cojines, en Panzacola. Y después de un rato, aquel de la fiesta en secundaria (en un patio donde llovía), o el del asiento trasero de un coche, en la madrugada, y ese, inolvidable, en un extraño hotel de la Habana. Luego me ha asaltado el de Valencia, hace años, al lado de una alberca, en verano, era un chica rubia ¿Mariana? ¿Mónica? ¿María?. La memoria sigue sola recordándolos o quizás, a veces, me temo, inventándolos también. ¿No hubo un beso en un otoño imposible, en Nueva York?
Descubro que yo me cuento mis fantasías siempre en pasado. Qué es lo que hace que evoque mis deseos cómo ocurrencias pretéritas. Había, estaba, se acercó, los miraba… aun cuando espero, sueño, añoro, en el futuro. Y es que esa capacidad de vivir el futuro lo mismo que el ensueño, como un recuerdo, es parte de la fabulosa confabulación de nuestra fantasía.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Después de la peluquería

















In the kitchen after an italian-american old-fashon-style barber

















Y luego en el balcón

jueves, 25 de septiembre de 2008

Sabiduría

En la Piedra lunar de Wilie Collins hay un personaje –el mayordomo- que utiliza su edición de Robinson Crusoe, como un libro de sabiduría. Es decir, ante una inquietud, una pesadumbre, ante la necesidad de un consejo, tomaba el libro escrito por Daniel Defoe, lo abría en una página al azar, y leía el primer párrafo con el que se topaba. Lo que leyera, pensaba, era una respuesta directa –que requería, claro, cierta forma de interpretación- a su inquietud.
Sobre Waterman Str. hay una iglesia bautista que cada semana anuncia el tema del sermón del domingo. Yo paso frente a ella después de caminar con Bruno a la escuela. Poco a poco se ha ido convirtiendo en una suerte de libro de la sabiduría, pero al revés. Porque no responde a una de mis preguntas o de mis inquietudes, que aquí son miles, sino que hace señalamientos inquietantes que termino por tomar como una suerte de “profecía” o “mensaje” , de algo que es relevante. La de la semana pasada simplemente decía: “No turning back”.
Y como si hubiera dado inmediatamente en el blanco, me puse a darle vueltas en la cabeza. Todo viaje al final, marca un antes y un después. Sobre todo uno tan largo como este. No turning back ¿se refería, precisamente a eso? O quizás lo hace al hecho, que por momentos se afianza en mi cabeza, de que con el paso de los años, hay un momento en que no puede darse vuelta y que ya no hay regreso. Y todo intento, toda apariencia de vuelta –que hay muchas y muy audaces, además- es un esfuerzo absurdo e innecesario.
No volver atrás quizás significa que hay cosas que han quedado lejos de una manera extraña, porque están en el pasado y se han vuelto verdaderamente inaccesibles. Son como deseos imaginables, tangibles, de hecho vividos, que se han convertido en un cascaron vacío: hacia delante no habrá jamás un primer amor. Tampoco habrá la fuerza envenenada de los deseos agitados por la inocencia.
Pero no turning back también pueden referirse a decisiones y a dilemas, en los que una de las aristas apunta hacia el futuro, y la otra ata al pasado. Porque es cierto también que dejar atrás el pasado puede ser una labor de toda la vida. Así que puede entonces hacerte pensar en esas decisiones que no acabas de tomar y que te mantienen con un pie en el antes, en el así era, en la despedida que no se acaba.

La de esta mañana era Blessing of the animals…

domingo, 21 de septiembre de 2008

Sueños

Ex umbris et imaginibus in Veritatem

También he soñado mucho. Notablemente más.
Por supuesto, no siempre son sueños que logre recordar y que por la mañana conserven cierta fidelidad con la experiencia onírica original, sin que la vigilia le aporte detalles y precisiones, correcciones de estilo.
En todo caso, son sueños que me despiertan, a veces sólo para que dé testimonio de su ocurrencia, y en ocasiones porque trastornan y alteran el descanso tanto como el ánimo. En cuanto a su contenido, abarcan un poco todo el espectro que uno podría imaginarse: he soñado con un amigo que trabaja en Google, y en el sueño tenia una oficina en el último piso de un edificio a la que yo llegaba con él. A la entrada me decía: toma, esta es para ti. Es el mas claro. El resto de los sueños son solo una forma confusa: he navegado, me he extraviado en un camión, he mantenido relaciones extrañas con una amplia variedad de personas: diálogos, peleas, intercambios, caricias… y en el elenco figuran personajes de aquí y de allá y, también, de la ultratumba. He perdido monedas y he rescatado a mis hijos de infinidad de peligros. Ha habido globos, pero muy poco sexo explícito. Una vez soñé con MaCain.

También estoy leyendo sobre sueños, porque a los hombres nos asaltan siempre las mismas preguntas a cerca de su significado, su origen, así como la inquietud de si conectan con algo o si son alguna clase de mensaje: ¿anticipan acontecimientos? ¿explican deseos? ¿Revelan alguna verdad?
Lo cierto es que hoy no tenemos una muy amplia cultura popular sobre los sueños. El psicoanálisis ha colaborado a valorar de nuevo la vida onírica, –Freud, Jung- pero al mismo tiempo ha ayudado a terminar de sepultar la cultura onírica del XVI y del XVIII. Falta por supuesto, hacer un balance preciso, pero el carácter diagnóstico del sueño en el psicoanálisis parece habernos alejado de esa cultura tendiente a tenerlos muy presentes, a relatarlos y tratar de desentrañar lo que hubiera en él: preludios del destino, advertencias, conversaciones con difuntos. La gente rara vez cuenta sus sueños, y rara vez se preocupa por saber qué pudiera ser lo que aquello –cualquier cosa que lo produzca- dice a través de él.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Fantasmas

Tu viajas también con tus fantasmas. Con las imágenes que son, hasta tal punto sensaciones, que no logras distinguir la forma de la imagen de la forma que toma la percepción de un instante. No es fácil de explicar, por supuesto, pero la idea es ese revestimiento de la sensibilidad, de la percepción de las cosas, que se sienten como ya dotadas de un sentido y de una forma determinada. Como si se tratara al mismo tiempo de un escalofrío y un recuerdo. De un cambio de luz en la pupila y de un mensaje.
Vienen contigo también los sueños y sus formas: las personas, los objetos, los ambientes, las acciones. No dejas en realidad mucho de ti cuando viajas. Y aunque te conviertes aquí en un desconocido y puedes, en cierta forma, inventar de ti mismo lo que quieras: amores y amantes, enfermedades, dolores y penas, o alegrías infinitas, de ti mismo no escapas. Unico testigo real de quien eres, y de tu esclavitud a quién has sido, no logras huir, no, al menos, del todo.
Han sido dos tardes. Quizás tres. Tal vez el movimiento de un árbol, de su copa exuberante; pero también la quietud y la calma de la calle; la ausencia de autos, la luz que se percibe al atardecer, como retirándose sin haberse ido. El conjunto de todos esto, y de los apagados ladridos de los perros, de la sensación a la vez de seguridad y de placidez, de la suspensión temporal del tiempo. No lo se. El caso es que a mi cabeza ha venido a al mismo tiempo un recuerdo, una sensación olvidada, de la que de pronto me parece la época más feliz de mi vida. Se invoca con un solo nombre, un nombre absurdo y lo menos poético en el que se puede pensar: panzacola.

Ese era el nombre de la calle que, en Coyoacán, en la ciudad de México, pasé algunos de los años de mi infancia, cuando mis padres aun vivían juntos. Vivíamos en la casa número 21, y mi habitación daba precisamente a la calle. Una calle que recuerdo extremadamente silenciosa, en la que no pasaban autos, o pasaba alguno, muy de vez en cuando. En la que yo solía pararme en el centro caminar despacio, sobre el asfalto hasta las esquinas. Desde mi habitación podían verse las enormes copas de los árboles de la mansión de enfrente, que más bien parecía un parque. Y la luz entraba de algún modo, que sólo he vuelto a encontrar aquí.
Hoy descubro que esos pudieron haber sido los mejores años de mi infancia, porque la emergencia de esa palabra, esa imagen y esa catarata de sensaciones, me ha traído a la cabeza la idea de algo extrañamente parecido a la felicidad. Que curioso es viajar tan lejos para, en realidad, volver atras tanto tiempo.

sábado, 13 de septiembre de 2008

La rutina nos ha atrapado a todos. Para mi asombro, mis hijos están estudiando y mucho. Entusiasmados como nunca por la escuela. Eso me preocupa. No porque crea que estudiar tanto sea algo peligroso, sino por la decepción que significará, tal vez, volver a la escuela en México.
Una de las diferencias radicales es que no llevan tantas materias. En realidad, solo llevan 5 o 6, con énfasis en matemáticas e inglés, y no las 9 (12) que se suelen llevar en secundaria y prepa.
Yo tengo ya tiempo pensando en la necedad que es llevar tantas materias. Y sigo sin comprender por qué hay que llevar biología, física y química, por separado, además de historia, literatura (además o en sustitución del español), civismo (que cosa más horrenda es esa), matemáticas, inglés y geografía. El asunto, parece ser que entre más materias, más inteligentes, pero yo tengo mis dudas. Con el tiempo he tenido que repasar, al estudiar con mis hijos, todo lo que se supone que aprendí, y lo cierto es que en la mayor parte de los casos, como el de todas las fórmulas de física, simplemente, las he olvidado.

Es que acaso no hay manera de acordar qué es lo que esencialmente tiene que saber uno, en lugar de intentar que uno lo aprenda todo…
El otro aspecto es que las materias tienen rutinas más divertidas. Desde el registro de las tareas en Internet y un sitio donde hay que alcanzar metas, se reciben puntos y eso se inscribe en las calificaciones. Y bueno, Bruno lleva una clase de Video, otra de ciencias, que es está armada como un caso de CSI. Y, claro, son salones muy pequeños de no más de 10 alumnos.
En todo caso, nos ha atrapado la rutina. Ir a la escuela, la biblioteca, limpiar la casa. Y eso le ha restado espacio al descubrimiento de nuevas cosas, que sin embargo, las hay: siempre un nuevo super, como al que hoy fuimos hoy, porque había descuentos por aniversario, para luego pasar al ejército de salvación acompañando a Bobi a comprar ropa de segunda vuelta, sobre todo para hacer ejercicio por la mañana, nos hemos contagiado del asunto de salir a correr, mi esposa y yo, y ha comenzado a bajar la temperatura.
En fin, que también descubrí un café de Java que vale una fortuna, 17 dólares el bote, y que compré por error, pero que sabe realmente bien (o por lo menos quiero hacerme a la idea de que así es, para compensar elg asto). Y que he ido al cine. Al Avon. Pero de eso ya hablaré.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Apocalipsis para Windows


Hay algunas esperanzas: la aparición del Windows Vista ha abierto una puerta para mostrarle al mundo lo mal que puede hacerse un sistema operativo. Windows Vista vuelve una computadora razonablemente poderosa, en un cacharro lleno de achaques y problemas. Rastrazos innecesarios, imcompatiblidad. Un poco, la vuelta a la edad de piedra. Y lo sé de primera mano, porque hay una Gatewey portátil nueva en casa –que me han exhibido porque tiene un disco duro increíble y tres gigas de memoria ram, que bueno, debería volar… y no vuela. Yo me río. Pero no sólo yo, sino también Apple. Hoy, en el sitio web del New York Times, un bonito anuncio animado, que conjunta un banner horizontal y otro vertical en la portada, uno debajo de la bandera (o nombre del diario) y la otra ocupando toda la columna derecha, promueven Mac como un sistema más eficiente que Windows.
Pero no es el único, Apple inunda ahora el espacio televisivo con anuncios semejantes, que muestran a las PC como viejas, anacrónicas, ineficientes… uno en especial, en que una PC requiere de un firewall, representado por un guarda espaldas, tiene que verse.

Windows ha respondido con un anuncio críptico en que aparece Jerry Seinfiel con Bill Gates que aquí se ha discutido mucho porque no se sabe si es un anuncio de zapatos o de software, y por supuesto, nadie logra comprender cómo pretende sacar al Windows Vsta del abismo en el que se ha metido.

domingo, 7 de septiembre de 2008

7 septiembre

El 100 de Prospect Street es, en el Extraño caso de Charles Dexter Ward, de H. P. Lovercraft, el lugar de residencia del propio Dexter Ward. Y el lugar en el que se asoma a ese sótano donde se escucha el sonido de los dioses ancestrales. A un par de casas de ahí, el viernes 5 asistí a una recepción. Es el 84 de Prospect Street. Lugar de la Rochambeau House, una mansión de finales de siglo pasado, que conserva el aire y la disposición, original, y en algunos casos, la mueblería de la época. Fue la casa del Chancellor Henry D. Sharpe, cuya esposa, Mary Elizabeth Sharpe, ayudó al arquitecto Arthur Rice a diseñarla en 1894. La casa fue donada a Brown a la muerte de ella, y actualmente se alojan ahí los departamentos de Francés y de Hispánicas.
La recepción fue la segunda de la semana y la más divertida. El miércoles por la tarde el presidente de la Universidad dio una recepción a la comunidad docente en su casa, sobre Presidente Street. Son peculiares estas ceremonias universitarias y no siempre de mi gusto. Se respira un aire vagamente aristocrático –Brown es, al final, una corporación con dinero- y hay un empeño en mostrar la cultura y el buen gusto de todos los asistentes, que por cierto suelen ser muy pagados de sí y no tiene reparo en
resaltarlo.
La del viernes, sin embargo, tuvo la suerte de que no sólo había profesores, sino también alumnos, y eso implica un poco menos de seriedad y arrogancia. Además los profesores de francés –más jóvenes en general que los de Hispánicas-, resultaron también más divertidos. Al final, me topé con dos mexicanos, un alumno de hispánicas y una maestra de español. No era el final perfecto, pero si fue, como supongo que es siempre, un encuentro pintoresco, cargado de ironías a la perfección, el orden y la disciplina de esta tierra protestante. Un motivo, pues, para alejar de uno los atavíos de la locura que, narra Lovercraft, habitaban el sótano de la casa, al otro lado del muro.

miércoles, 3 de septiembre de 2008


Comienza el año escolar en Brown con una ceremonia peculiar. Los alumnos hacen ingreso al campus, donde son recibidos por los profesores, para después atender a una breve ceremonia en la que se canta el himno nacional estadounidense, se lee una plegaria de Nicholas Brown, de quien toma el nombre en reconocimiento a una donación (que hay que suponer muy generosa), y se escuchan discursos, cuyo principal orador este año fue Glenn C. Loury, con un discurso sobre la Identidad y la autenticidad.

Algunos datos de la universidad rescatados de su sitio web para la clase 2012:

(Véase que cabrían todos, en Filosofía y letras)

De 20,633 estudiantes que solicitaron el ingreso, la universidad admitió 2,828 (13.7%) y se matricularon 1,554.

727 son hombres (47%) y 817 mujeres (53%)

34 % son estudiantes de color

49% son Norteamericanos y 51% de todo el mundo. Los países con más representantes son: la República Popular China, Canadá, República de Korea, India y Singapore.

Y sus intereses académicos son: Ciencias sociales 26%, ciencias físicas 23%, ciencias médicas 22%, humanidades 16% y no han decidido 13%

martes, 2 de septiembre de 2008


No he hablado de la biblioteca. No lo suficiente. The Rock es como estar en casa, con la diferencia de que alguien levanta los libros por ti. Claro que tener tarjeta de académico da privilegios insospechados: puede uno sacar 3,500 libros por un año completo: De septiembre a septiembre. Uno puede traerlos a casa, ir con ellos a trabajar en la biblioteca, y volverlos a traer a casa, sin necesidad de darlos de alta cada vez. Los puedes dejar en un escritorio -de los varios que hay en la biblioteca- creando tu propio espacio y luego, solo dejarlos por un hueco que dice devoluciones, como en un blockbuster. Además, puedes tomar los libros de los anaqueles, pasear con ellos, sentarte en un sillón en una esquina, llevarlos a una sala de lectura, y luego sólo dejarlos sobre una de las mesas. Lo único estrictamente prohibido es tratar de devolverlos al estante y comer o beber mientras se lee.
Por cierto, para los interesados, descubrí ya los estantes donde está el ocultismos, libros y libros sobre brujería, magia, fantasmas… y aun me faltan dos bibliotecas, donde están los manuales originales (bueno, algunos…)

domingo, 31 de agosto de 2008

31 de agosto


Paso toda la mañana buscando por Internet boletos para el béisbol y el futbol americano. El resultado es frustrante. Los boletos se venden y se agotan de manera muy anticipada, sobre todo cuando los equipos tienen éxito, como es el caso de los Patriotas y de los Red Sox, y son accesibles en una reventa sumamente ordenada (en cientos de sitios destinados a eso) donde alcanzan precios no inferiores a los 166 dólares por un boleto que inició alguna vez en 65. Ni cómo hacerle. La sola idea de gastar 300 dólares por uno de esos partidos me ha dejado seco. Hay un espectáculo de Monster Truck que quizás deba considerar en lugar de ir al Fenway Park. Para compensar la frustración he ido por la tarde a comprarme The orange box, de Half-Life 2 para Xbox.

viernes, 29 de agosto de 2008

29 agosto


Termino la semana verdaderamente cansado. Ha sido la semana de mayor tensión y de mayor expectativa: dos reuniones de padres de familia de las escuelas de mis hijos, la entrada de Paolo a la escuela (todo un acontecimiento familiar que nos dejó exhaustos). Pero también la semana termina con buenas noticias: mis hijos están encantados con sus escuelas, que como muchas de las cosas que ocurren aquí, combinan la sensatez, con la buena hechura y se disfrutan de maravilla (sobre todo porque los temas más delicados, la sección de College, la preparación de los exámenes para ello, etcétera, no entran dentro de las preocupaciones de ninguno. Y en el caso de Paolo, bueno, en realidad, no hay nada más que pueda uno preocuparse.) Como ya dije antes, es difícil no acostumbrase a que las cosas sean sencillas y que sean posibles muchas cosas, con un nivel no muy alto de estrés.
Y eso te hace pensar. Yo me había dado cuenta, al viajar a España, pero ahora lo reafirmo con mucha mayor claridad. La diferencia en la calidad de vida entre vivir en México y vivir en Estados Unidos es abismal. Y no lo es sólo, como lo era antes, porque el nivel de consumo sea aquí increíblemente alto, y puedo uno ir a un super y elegir entre 57 tipos de quesos diferentes de todo el mundo, sino porque tienes la certeza de que el número de personas que piensan aprovecharse de ti o de tu situación, o de tu condición, es muy pequeño en relación con lo que ocurre en México. El taxista no quiere cobrarte siempre de más (como en todo, no falta quien), tampoco te secuestra, y la respuesta a la mayor parte de las solicitudes rara vez es un no, y con mucha frecuencia es, además de un sí, una oportunidad para hacer algo un poco mayor.
Y es que el problema de la inseguridad, y del deterioro general de las condiciones de vida en México, no se debe únicamente a los malos administradores, sino a una mengua en la calidad cívica de toda la sociedad. Hoy quizás, estamos viendo realmente hacia donde nos han llevado tantos años de miseria y de crisis y de autoritarismo.
En la convención democrática los temas fueron básicamente 4: seguro médico universal, mejora de las escuelas y la educación publica, liberación de Estados Unidos de la dependencia del petróleo del oriente medio y retorno del sueño americano. Esto último me ha llamado poderosamente la atención pues más allá del sentido propagandístico que tiene ese ideal idílico del sueño americano, la formulación es tal que siempre mira hacia delante: porque yo escucho sobre todo, y pienso, en la forma en que el discurso en México siempre es un discurso de deuda histórica, de resarcimiento por dificultades pasadas, de compensación y casi nunca de prosperidad. Y no entiendo por qué, mi país no puede proponerse una prosperidad.
Pero en fin, me he puesto demasiado serio y es que me duelen los pies de tanto caminar, y eso hace que uno se vuelva más rollero. Tal vez para no levantarse del asiento. A lo mejor.
La semana que entra comienza realmente la actividad en la universidad. Ya han amenazado con que vendrán los alumnos en grandes cantidades. Por lo pronto, hay una especie de desfile inagural, luego miles de recepciones y de fiestas. Yo, además, me he inscrito en un programa de walking fittnes… ya contaré de qué se trata.

martes, 26 de agosto de 2008

Agosto 26


La cosa se torna emocionante. El fin de semana fuimos a comprar los School supplies, una aprendizaje de nombre exóticos: protractor, por ejemplo, que es esa regla en semicírculo que nunca he sabido para qué sirve ni siquiera en español. Bold color dry erase, que es el nombre oficial de un marcador negro y otro montón de nombres y términos que vienen también en muchos productos que se venden en México, pero en los que uno no se fija. Es en estos casos donde uno descubre cómo la lengua tiene recovecos insospechados y complejos, muy precisos en algunos casos, desconcertantes por la falta de cualquier referencia en otros. Y es que entre más cotidiano a lo que se refieren, las palabras se mueven a mayor velocidad, y cambian de sentido y se reinventan, con mayor frecuencia y es donde es más fácil no saber, ni que estas pidiendo, ni si es suficientemente claro como lo estás haciendo.
Ayer, reunión e padres para el inicio de clases de Paolo (la de Bruno es el jueves, me parece). Y si quieres que te diga la verdad, nunca pensé estar en una reunión así fuera de México: hay similitudes y diferencias. Las primeras son obvias: los padres siempre preguntan las mismas cosas absurdas, y se quejan de lo mismo. Pero las segundas son sobre todo de las maneras. No sólo el número de materias es realmente pequeño en comparación con las materias que lleva uno en Prepa o en secundaria. Hay un muy razonable enfoque a la lengua y las matemáticas, (leer, escribir y sumar) y un par de materias más ciencias y ciencias sociales, y no ese enjambre de materias que se acumulan sin dirección. Pero además un uso sorprendente de la comunicación: teléfonos y correos de cada profesor, incluyendo el director, pero sobre todo, software para poder llevar un registro de los avances en clase, pero también para la búsqueda de libros disponibles y para leer. Y claro, que todo está claramente medido: tiempo para las tareas, tiempo para entregar cosas.
Todo es semejante y diferente. Esta es una obviedad grande, pero a veces uno no sabe cómo trasmitir la fascinación por las cosas que se construyen en la cotidianeidad. Y la forma en que la inquietud de las madres se expresa, o la inconformidad con las decisiones escolares se enuncian.
Fueron también los primeros días de la escuela de Bruno, que solo él puede contar, y del inevitable estallido familiar. Que también terminó por ser muy divertido. Todos es tan silencioso y las personas se contienen tanto, que uno se siente ruidoso, fuera de lugar y completamente ignorante. Y en ocasiones eso es bueno.
Acabaron los juegos olímpicos pero comenzaron las convenciones. Escucho a Hillary hablar ante una multitud en un espectáculo (por el carácter escénico y televisivo) increíble. Su discurso es esperado, por el tema de la unidad, después de la lucha con Obama. Y lo hace espléndidamente (aunque en esto soy un amateur). Su discurso es admirable y consistente. Y es si duda, una personalidad y un carácter. Un líder en toda línea.

domingo, 24 de agosto de 2008

24 de agosto



Ayer fuimos a Newport de nuevo. La intención: llegar a la playa.
Fue imposible. El camión a la playa había dejado de circular y decidimos renunciar a caminar hasta alla (qué poco entusiastas, porque ni siquiera sabíamos cuánto era).
En cambio hicimos un recorrido por la bahía en barco. Las fotos del recorrido las he puesto en un album de Flickr para probar. Puedes darte una vuelta haciendo clic aquí.

viernes, 22 de agosto de 2008

22 de agosto


No he escrito nada esta semana. Así que es posible imaginar que han pasado muchas cosas o que no ha pasado nada. Y la respuesta es esta última. Ha sido una semana de rutina con los consecuentes sube y baja de la histeria. No han faltado ni las dudas (por qué escribo un blog, por qué tengo una página, por qué no soy premio nobel, qué he venido ha hacer aquí, todos parecen Michael Phelps, esto está empezando a gustar, que, y si luego no quiero regresar, tengo comezón en los pies y otra bolita en la panza… ), ni la pereza, a la que invita este lugar en que la calle no es particularmente un espacio público muy concurrido. Quiero decir, no hay manifestaciones, ni tumultos, ni crisis de tráfico (me pregunto si eso también comenzará con las clases).
Cierto que esta semana se ven más personas y he comenzado a conocer a más miembros del departamento de italiano, a Suzanne, a dos posgraduate students cuyo nombre no recuerdo y alguen más que no entendí que función cumplía. Creo que no lo he dicho, pero el departamento es chiquito (como casi todo aquí excepto la biblioteca) y se encuentra en una hermosa casa sobre el 190 de Hope Street, en la que todos caben. No he hecho la cuenta, pero no parecen ser más de 20 con todo y alumnos.
De cualquier modo, he dedicado la mañana a escribir, y la tarde (la cosa de las comida sigue siendo algo difícil todavía de coordinar) a ver UFO, una serie de televisión de los años 70, hecha por el mismo creador de los Thunderbirds (un clásico también de la televisión hecho con marionetas).
No lo recordaba, pero la hipótesis central de la serie es que los alienígenas vienen de una galaxia en decadencia a robarse los órganos de los humanos para sustituir los suyos dañados. Solo ahora que lo veo comprendo perfectamente porqué un fanático de los Thunderbirds como yo era también fanático de esta serie que pasaba Canal 5 los domingos por la noche (me parece): son exactamente lo mismo.
Termino el día con los juegos olímpicos. Particularmente con el segmento Chevy Gold medal, donde he visto las pruebas de pista y campo que no se transmiten aquí en vivo, sino sólo en repetición en Prime Time, igualito que la ceremonia de apertura de los juegos. Pero ya me resigné y me estoy acostumbrando, el en vivo no es una categoría que valga aquí tanto como, por ejemplo, en Mexico. Por cierto que el otro día hice una excepción para ver el juego de la selección por rojadirecta.com, con narración de la televisión hondureña. Toda una lección cultural, en más de un sentido. El momento estelar cuando, tras la expulsión de un jugador hondureño, el comentarista dice: "Ahora hay diez carachos contra nueve mexicanos, un brasileño y un argentino"...
Espero mañana ir a Newport con la cámara, y contar y mostrar algo más que la rutina televisiva a la que me estoy sometiendo.
Por cierto, hay dos anuncios que valen la pena comentar, ya así, como de pasada y al terminar: uno está hecho de imagenes de la infancia de los Eli y Pyton Manning con una canción en que cada uno le dice al otro que es mejo en el juego. Luego claro, se promociona la liga, que comienza el 4 de septiembre.
El otro es un anuncio promocional de un medicamento contra la depresión. Es bonito, son 30 segundos de las bondades de la medicina, y 30 segundos de todos sus efectos secundarios. Al final, parece que uno tiene que elegir entre la felicidad y la disfunción eréctil.

domingo, 17 de agosto de 2008

17 de agosto

Al fin vimos el mar. Tomamos el autobús 60 que sale de Kennedy Plaza en el centro de Providence y que llega a Newport una hora y veinticinco minutos después. A lo largo del recorrido es posible hacerse una idea, aunque sea vaga, de las distintas penínsulas que conforman el brevísimo estado de Rhode Island y que le dan un contorno geográfico peculiar: lleno de salientes de tierra y entradas de mar que van serpenteando desde Providence hasta el mar abierto.
Dos y hasta tres veces cruzamos el mar salpicado de veleros y de lanchas a motor, por puentes tan largos comos estrechos. Y recorrimos poblados históricos como Warren y Bristol, que presumen en todo momento de su antigüedad, porque muchas de estas pequeñas ciudades son de las primeras en ser fundadas por los colonizadores ingleses.

Ver mapa más grande
Newport no es, por supuesto la excepción. Ciudad pequeña, conformada sobre todo por una sucesión interminable de puertos que le dan la espalda al mar para adentrase en enorme bahía que llega hasta Providence, presume de cualquier cantidad de primogenituras, ninguna realmente relevante, pero que forman parte de la identidad singular de esta ciudad turística. Un motivo, si se quiere pequeño, para estar aquí. Al final, el problema es el mismo que en otras partes de Nueva Inglaterra: los edificios históricos –casas, mansiones, jardines- no son tan viejos, y están conservados en unas condiciones tan envidiables, que con dificultad se distinguen de las formas más resientes, apenas por alguna extravagancia, que por supuesto, se empeñan en destacar.
Newport es como toda ciudad veraniega, un espacio de mansiones de dimensiones insensatas del siglo XIX. Y se respira ahí un aire singular de corte inglesa. Aquí se encuentra la iglesia en la que John F. Kennedy contrajo matrimonio con Jacqueline, los primeros campos de tenis sobre pasto del país … pero sobre todo, lo que hay son restaurantes y heladerías, y un vaivén infinito de veleros sobre los embarcaderos, que son la razón principal y la atracción más importantes para los naturales de estas tierras.
Venimos aquí un día después de cenar con Bobbi y con Tom. Cuya amabilidad y cortesía rebasan me sorprenden cada vez más. El es jubilado con un título laboral que no logré retener pero que es una suerte de psicólogo que trabajó dando terapia Psicológica a personas de bajos recursos y a personas encarceladas. Ella en cambio, es sobre todo voluntaria que trabaja con los inmigrantes. En algún momento de su viva vivió en Ecuador como parte de una misión médica.
Viven con lo justo. Contando cada dólar invertido y valorándolo. Conscientes como muchos otros en el vecindario, de la inflación inusual que hay ahora en los Estados Unidos: 5.6 si se considera anualizada para julio. Y de las mayores dificultades para conseguir trabajo. De cualquier manera, a sus más de 65 años, ambos están buscando trabajo con el mismo espíritu que si tuvieran 20… la vida en realidad no se acaba.
Terminamos jugando “tren mexicano”, como se llama aquí a lo que en México conocemos como “dominó cubano”. Y la velada, entretenida espléndida, tras una tarde espectacular: con un cielo azul, una brisa suave que apenas se dejaba sentir refrescante, me hizo olvidar que existe Michael Phelps, que a puesto los raiting de las Olimpiadas en el lugar más alto en Estados Unidos, desde las olimpiadas de Atlanta.