sábado, 27 de septiembre de 2008

Después de la peluquería

















In the kitchen after an italian-american old-fashon-style barber

















Y luego en el balcón

jueves, 25 de septiembre de 2008

Sabiduría

En la Piedra lunar de Wilie Collins hay un personaje –el mayordomo- que utiliza su edición de Robinson Crusoe, como un libro de sabiduría. Es decir, ante una inquietud, una pesadumbre, ante la necesidad de un consejo, tomaba el libro escrito por Daniel Defoe, lo abría en una página al azar, y leía el primer párrafo con el que se topaba. Lo que leyera, pensaba, era una respuesta directa –que requería, claro, cierta forma de interpretación- a su inquietud.
Sobre Waterman Str. hay una iglesia bautista que cada semana anuncia el tema del sermón del domingo. Yo paso frente a ella después de caminar con Bruno a la escuela. Poco a poco se ha ido convirtiendo en una suerte de libro de la sabiduría, pero al revés. Porque no responde a una de mis preguntas o de mis inquietudes, que aquí son miles, sino que hace señalamientos inquietantes que termino por tomar como una suerte de “profecía” o “mensaje” , de algo que es relevante. La de la semana pasada simplemente decía: “No turning back”.
Y como si hubiera dado inmediatamente en el blanco, me puse a darle vueltas en la cabeza. Todo viaje al final, marca un antes y un después. Sobre todo uno tan largo como este. No turning back ¿se refería, precisamente a eso? O quizás lo hace al hecho, que por momentos se afianza en mi cabeza, de que con el paso de los años, hay un momento en que no puede darse vuelta y que ya no hay regreso. Y todo intento, toda apariencia de vuelta –que hay muchas y muy audaces, además- es un esfuerzo absurdo e innecesario.
No volver atrás quizás significa que hay cosas que han quedado lejos de una manera extraña, porque están en el pasado y se han vuelto verdaderamente inaccesibles. Son como deseos imaginables, tangibles, de hecho vividos, que se han convertido en un cascaron vacío: hacia delante no habrá jamás un primer amor. Tampoco habrá la fuerza envenenada de los deseos agitados por la inocencia.
Pero no turning back también pueden referirse a decisiones y a dilemas, en los que una de las aristas apunta hacia el futuro, y la otra ata al pasado. Porque es cierto también que dejar atrás el pasado puede ser una labor de toda la vida. Así que puede entonces hacerte pensar en esas decisiones que no acabas de tomar y que te mantienen con un pie en el antes, en el así era, en la despedida que no se acaba.

La de esta mañana era Blessing of the animals…

domingo, 21 de septiembre de 2008

Sueños

Ex umbris et imaginibus in Veritatem

También he soñado mucho. Notablemente más.
Por supuesto, no siempre son sueños que logre recordar y que por la mañana conserven cierta fidelidad con la experiencia onírica original, sin que la vigilia le aporte detalles y precisiones, correcciones de estilo.
En todo caso, son sueños que me despiertan, a veces sólo para que dé testimonio de su ocurrencia, y en ocasiones porque trastornan y alteran el descanso tanto como el ánimo. En cuanto a su contenido, abarcan un poco todo el espectro que uno podría imaginarse: he soñado con un amigo que trabaja en Google, y en el sueño tenia una oficina en el último piso de un edificio a la que yo llegaba con él. A la entrada me decía: toma, esta es para ti. Es el mas claro. El resto de los sueños son solo una forma confusa: he navegado, me he extraviado en un camión, he mantenido relaciones extrañas con una amplia variedad de personas: diálogos, peleas, intercambios, caricias… y en el elenco figuran personajes de aquí y de allá y, también, de la ultratumba. He perdido monedas y he rescatado a mis hijos de infinidad de peligros. Ha habido globos, pero muy poco sexo explícito. Una vez soñé con MaCain.

También estoy leyendo sobre sueños, porque a los hombres nos asaltan siempre las mismas preguntas a cerca de su significado, su origen, así como la inquietud de si conectan con algo o si son alguna clase de mensaje: ¿anticipan acontecimientos? ¿explican deseos? ¿Revelan alguna verdad?
Lo cierto es que hoy no tenemos una muy amplia cultura popular sobre los sueños. El psicoanálisis ha colaborado a valorar de nuevo la vida onírica, –Freud, Jung- pero al mismo tiempo ha ayudado a terminar de sepultar la cultura onírica del XVI y del XVIII. Falta por supuesto, hacer un balance preciso, pero el carácter diagnóstico del sueño en el psicoanálisis parece habernos alejado de esa cultura tendiente a tenerlos muy presentes, a relatarlos y tratar de desentrañar lo que hubiera en él: preludios del destino, advertencias, conversaciones con difuntos. La gente rara vez cuenta sus sueños, y rara vez se preocupa por saber qué pudiera ser lo que aquello –cualquier cosa que lo produzca- dice a través de él.