Antes incluso que el acceso a más libros y a una biblioteca que ya siento como parte de mi casa, quizás lo que más he disfrutado hasta ahora es el acceso a una serie casi interminable de documentales directamente en el cine -en las dos pequeñas salas de arte que hay en Providence- y a los que puedo ver a través Netflix, un servicio de renta de películas por correo e Internet que ha elevado el consumo de cine en mi casa hasta los cielos: por 9 dólares al mes el acceso a películas es casi ilimitado. 12.50 es lo que cuesta una entrada regular al cine.
En todo caso, el goce está ligado no sólo con la calidad de las películas vistas -de todas la más impactante ha sido sin duda Man on the wire- sino con la sensación de tener una puerta abierta a un ejercicio de reflexión tan amplio y tan diferente que me tiene cautivado.
Hoy vi Surfwise al rededor de una famila (Padre, Madre y 9 hijos, 8 hombre una sola chica) que crecieron llevando una vida nomada al rededor de las playas de surf. El padre, médico graduado en Stanford, leyenda viviente de la cultura surf, decidió que esa era la vida que quería ofrecer a sus hijos, una vida de sabiduría y no de educación. Dejé para otro día un documental sobre el Tibet y otro sobre Weather Undergraund una organización revolucionaria (?) de los 60.
Temas, asuntos, con los que quizás uno rara vez se tropieza, pero que permiten penetrar en un mundo y una cultura nueva y completamente abierta.
Es de lo que más voy a extrañar. En el diminuto mundo de los distribuidores de películas, nada de esto se encuentra.
Personne pour me prévenir que je me détruis
Hace 5 años