viernes, 23 de enero de 2009

Documentales

Antes incluso que el acceso a más libros y a una biblioteca que ya siento como parte de mi casa, quizás lo que más he disfrutado hasta ahora es el acceso a una serie casi interminable de documentales directamente en el cine -en las dos pequeñas salas de arte que hay en Providence- y a los que puedo ver a través Netflix, un servicio de renta de películas por correo e Internet que ha elevado el consumo de cine en mi casa hasta los cielos: por 9 dólares al mes el acceso a películas es casi ilimitado. 12.50 es lo que cuesta una entrada regular al cine.
En todo caso, el goce está ligado no sólo con la calidad de las películas vistas -de todas la más impactante ha sido sin duda Man on the wire- sino con la sensación de tener una puerta abierta a un ejercicio de reflexión tan amplio y tan diferente que me tiene cautivado.
Hoy vi Surfwise al rededor de una famila (Padre, Madre y 9 hijos, 8 hombre una sola chica) que crecieron llevando una vida nomada al rededor de las playas de surf. El padre, médico graduado en Stanford, leyenda viviente de la cultura surf, decidió que esa era la vida que quería ofrecer a sus hijos, una vida de sabiduría y no de educación. Dejé para otro día un documental sobre el Tibet y otro sobre Weather Undergraund una organización revolucionaria (?) de los 60.
Temas, asuntos, con los que quizás uno rara vez se tropieza, pero que permiten penetrar en un mundo y una cultura nueva y completamente abierta.
Es de lo que más voy a extrañar. En el diminuto mundo de los distribuidores de películas, nada de esto se encuentra.

martes, 20 de enero de 2009

Prodigios sobre Obama


Caray, se ha dicho tanto de Obama, de quién es, de qué es lo que se espera de él, de las dificultades que enfrentará para tener algo de éxito en su presidencia que, en verdad, ¿tiene caso decir algo más?
Por eso, en la medida en que las cosas han ocurrido como se esperaba, yo me puse a la tarea de buscar presagios. Actos o acontecimientos que, con carácter simbólico marquen el sentido del momento, anticipen el futuro y revelen algo quizás oculto, quizás no ofrecido a la vista, de lo que está pasando.
El ejercicio es completamente ocioso e improductivo, alejado por completo de la hora de la trascendencia histórica, del momento de Obama y del mundo, de cualquier actividad medianamente sensata. Pero es un modo divertido de escapar a la hora y a la tentación de unirse a la esperanza colectiva, tantas veces frustrada, o a la tentación de enarbolar uno mismo el discurso de la esperanza.
Sin más, estos son los presagios.
1.- El avión caído en NY y sus 155 pasajeros a salvo. Un milagro, un acto de heroísmo, un retrato completo de la esperanza en el talento y la serenidad del hombre. La humanidad ante la catástrofe de las máquinas.
2.- Cheney en silla de ruedas. ¿No es así como uno quiere ver al mal, disminuido, mermado, reducido en su fortaleza? Pero además, ¿no es así como el mal disimula que está buscando los caminos para regresar a la fuerza?
3.- La precipitación de Obama al tomar juramento. Correr antes de caminar, anticiparse antes que prever... signos encontrados para quien predica la humildad antes una multitud interminable. Quizás, también, signo de humanidad en el poderoso, de una dimensión humana en el umbral de la historia.
4.- El desmayo de Ted Kennedy en el Lunch oficial. La fatiga del último de los de Camelot, es el anuncio que se ha emprendido el camino a Avalón con un nuevo Arturo. Es el fin de l fin de una estirpe cuando se emprende la llegada de otra. Pero es también pérdida del vínculo que une un sueño con otro, una esperanza con otra.