Con esta frase definitiva, con la que no puedo sino estar completamente de acuerdo, Carlo Ginzburg respondió a una de las preguntas, tras la lectura de un texto sobre el cuadro La muerte de Matat de David. Lo que leyó no fue un texto concluido, sino preparatorio, y las opiniones en Brown, al día siguiente del evento, fueron en el sentido de que en esta ocasión Ginzburg no fue más allá de lo que ya se le conoce, y no ofreció al menos en su exposición inicial, nada que no se supiera, de un modo u de otro, sobre el cuadro y la tradición religiosa secular. Si hubo discusión y polémica, fue por su “atrevimiento” –frente a un auditorio de historiadores del arte, sobre todo- de querer atribuirle a David la influencia de un oscuro escultor rococó, del que se conserva un mausoleo en mármol en Roma, que vagamente recuerda a la posición de Marat retratado por David. Pasó a segundo plano en el debate, lo que para él era el asunto central de su exposición: cómo el contexto se vincula con la forma.
Y es que la sesión de preguntas y respuestas fue mejor, no sólo porque dejó ver el entusiasmo con que Guinzburg y de sus intereses, sino porque mostró algunas de las ideas y los temas que despertaron mayor entusiasmo. Yo me quedé, como puede verse, por la reverencia por Baudelaire.
A Máximo Riva –de quién apenas he hablado aquí, a pesar de que es el cómplice que ha conspirado conmigo para que yo esté en Nueva Inglaterra- le impresionó la forma en que Guinzburg ejemplificó como se debe abordar una obra, y a la mañana siguiente estaba preparando su clase, con la intención de que los alumnos repitieran el procedimiento de Guinzburg: buscar en los detalles del objeto, los elementos del contexto donde se inserta.
El fin de semana se adivina intenso: mañana Halloween, el sábado el museo de Artes de Boston, el domingo, la nueva Casita del Horror de los Simpson –donde, dicen, Homero intenta votar a Obama-, y el martes, las elecciones. Quizás el domingo, también, un Virtual Kennedy que está generando polémica. Así que ya habrá ocasión de escribir más.
Orgullo de papá: el equipo de futbol de Paolo ganó el campeonato interescolar.
Un libro: El evangelio de la depresión
Hace 3 años