domingo, 12 de octubre de 2008

Life in Mars

Los últimos días han sido malos. Se entiende que cuando el peso está a 14 por dólar y tu estás en Estados Unidos, las noticias no son las mejores. Y si de pronto entras en crisis –por cualquier de las 100 razones legítimas para azotarte- y recibes un par de reveses, pues lo normal es que busques a toda costa una manera de compensar el mal humor y el decaimiento, que la mala cama en la que duermo no hace sino incrementar. Y yo lo hago viendo tele. De modo que hoy hablaré precisamente de eso, de lo que estoy viendo en la televisión. Me detendré no en las series que ya se transmiten en México y de la que solo hay una nueva temporada, como Criminal Minds y Lipstick Jungle, sino de las dos series de estreno que me han llamado la atención hasta ahora: el mentalista y Life in Mars.
Del primero diré poco, porque es muy aburrida. Parece ser una muestra entre Buffy, CIS y Monk. La historia es simple: se trata de un policía que antes trabajaba como mentalista, y que utiliza su capacidad de observación y de psicología para descubrir al criminal. La propuesta visual, narrativa y temática, en realidad no aporta nada nuevo, y mejor es pasar de ella.
Pero Life in Mars, que toma como motivo la canción de David Bowie, es una serie que promete mucho. Se estrenó apenas esta semana. En síntesis, se trata de un policía del 2008 que, por un accidente, acaba por viajar al pasado a ser el mismo en 1973. Exceptuando la pésima solución al viaje al pasado (mediante un accidente de tránsito!), el programa es una reflexión muy interesante que confronta dos esteriotipos de policía: el de los 70s, rudo, mal vestido, jodido y corrupto, y el del 2008, fashon, nice, y nerd. El resultado, que tiene que ver sobre todo con la forma en que se maneja la escenografía de los años 70s, no tanto una lección de ambientación, como una lección de conocimiento e investigación de la representación televisiva del mundo policiíaco en los 70s, lo vuelve apasionante.
El programa está en la línea, aunque menos denso, que Swingtown de CBS. Un drama ubicado también en los 70s, sobre la vida de parejas casadas que tienen relaciones con otras parejas.
Y si, por lo menos en parte, la televisión da una compensación, a una ruda semana.

2 comentarios:

Itzel dijo...

Yo no tengo televisión. Pero cada vez que visito a alguien que sí la tiene, lo encuentro buscando con desesperación los canales de finanzas y noticias, para saber si ya se devaluó más el peso, si Wall Street sigue en crisis, si los planes de rescate están funcionando. Es curioso como un instrumento de evasión puede ser también uno de estrecha y angustiante relación con el día a día. Por ahora sólo veo los programas de tv española, que tiene la sensatez de subir todas sus emisiones a su sitio web, y la temporada de Six Feet Under que compré. Igual vivo angustiada por las crisis, pero al menos no invaden mis horas de comida.

la chica bipolar dijo...

Bueno: yo no tengo televisiòn porque no pude terminar la tesis hasta que me vi imposibilitada materialmente para prenderla
"me llamo la chica bipolar, y soy teleadicta"
En algùn momento caì demasiado bajo y comìa diario en el cafè de chinos a la hora de 'la Oreja'... con tal de recibir mi dosis diaria de TV.

Vine muy apenada a pedir disculpas por el exabrupto. Yo deberìa ser la chica neuròtica, no la chica bipolar...
Ustè sabe mejor que nadie hasta qué grado ha sido influencia para muchas personitas (representadas por mì en esta ocasiòn).


Y bueno: acà estamos organizando un linchamiento multitudinario contra Comercial Mexicana, que fue una de las que especulò con los dòlares.

Yo, por mi parte, acabo de descubrir que soy analìtica de closet, y estoy muy compungida...

Y ya no se azote, que acà habemos muchos que lo guardamos en nuestro corazoncito, y pedimos por usted ante Santa Hildegarda de Bingen y santo Raymundo Lullio.

La chica con el polo arrepentido