lunes, 6 de octubre de 2008

Fuera de lugar

Yo digo que ahora hace frío, aunque en realidad, los demás actúan como si fuera, bueno, un poco más fresco que en verano. Es la falta de costumbre, de saber qué es tanto frío. Además, está el problema de no tener la ropa adecuada –las variantes de las temperaturas son tales, que pasamos de un verano calurosísimo, a un otoño muy fresco- que hace sentido el que haya tal precisión en la moda: ropa para otoño, no muy pesada ni demasiado caliente, y ropa para invierno, mucho más cliente y pesada. Pero vestir a cuatro para cada ocasión es una misión si no imposible, si muy costosa, y eso no me hace feliz. Así que andamos en parte con ropa prestada, que no es para el otoño –bueno, en realidad ando yo que soy siempre el más exagerado- de modo que mi sensación de sentirme fuera de lugar se ha incrementado.
Pero en el fondo, en un país en que el individualismo es la divisa, estar un poco fuera de lugar es también estar un poco “in”. Me gusta esta paradoja que hacer realmente difícil a cualquier estar verdaderamente fuera de lugar. Incluso el perturbado que el otro día en uno de los baños de los comedores de Brown orinaba con los pantalones a mitad de las rodillas mientras platicaba consigo mismo, casi me pareció un individuo perfectamente normal. Roberto, un amigo, me hizo notar que era uno de los locos del campus y sólo hasta entonces asumí que lo era.
Porque hasta ahora, sólo en Kennedy Plaza, donde está la estación de camiones, había visto a los outsiders: los homeless, los heroinómanos y, claro, los pobres, que aquí siempre se ven como fuera de lugar. Y es que llama la atención la forma en que en esta ciudad, al menos, están en pugna el estándar contra la diferencia. Una tensión singular porque son dos tendencias acentuadas en todos lados. Nada por debajo de la norma, todo diferente. Y en la medida en que las diferencias sociales están notablemente más mitigadas que en América Latina, esto se vuelve una tensión en la definición de la identidad. Y aunque esta conclusión suene completamente fuera de lugar, creo que, por primera vez, entiendo alguna de las razones para la moda: una de las soluciones a la tensión entre estándar y diferencia.

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El video corresponde a una obra presentada dentro de Pixilerations, un evento de creación multimedia.

3 comentarios:

la chica bipolar dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
la chica bipolar dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Itzel dijo...

Estar fuera de lugar es otra forma de ganarse un sitio en el mundo; el sitio del observador, del oponente, del excluído... Así nos damos cuenta de que realmente es imposible estar fuera, sólo nos es dado el cambiar de posición. Y pese a mi alergia otoño-invierno (la moda para mí está en las farmacias), sigo con el ferviente anhelo de pasar una temporada invernal en Irlanda o Canadá, incluso Rusia. Comentaba hoy la maestra en el curso de cuento fantástico que entre más lejos del Ecuador se vive, se desarrolla una mayor tolerancia a la frustración, así que hasta sale uno ganando con la helada.
Por cierto, para un rato de ocio te recomiendo este cuento de Gautier: http://es.wikisource.org/wiki/Arria_Marcella?match=en
Tal vez lo has leído incluso, pero tiene una interesante poética de lo fantástico.
Saludos y gracias por dar una vuelta por el blog.