martes, 20 de enero de 2009

Prodigios sobre Obama


Caray, se ha dicho tanto de Obama, de quién es, de qué es lo que se espera de él, de las dificultades que enfrentará para tener algo de éxito en su presidencia que, en verdad, ¿tiene caso decir algo más?
Por eso, en la medida en que las cosas han ocurrido como se esperaba, yo me puse a la tarea de buscar presagios. Actos o acontecimientos que, con carácter simbólico marquen el sentido del momento, anticipen el futuro y revelen algo quizás oculto, quizás no ofrecido a la vista, de lo que está pasando.
El ejercicio es completamente ocioso e improductivo, alejado por completo de la hora de la trascendencia histórica, del momento de Obama y del mundo, de cualquier actividad medianamente sensata. Pero es un modo divertido de escapar a la hora y a la tentación de unirse a la esperanza colectiva, tantas veces frustrada, o a la tentación de enarbolar uno mismo el discurso de la esperanza.
Sin más, estos son los presagios.
1.- El avión caído en NY y sus 155 pasajeros a salvo. Un milagro, un acto de heroísmo, un retrato completo de la esperanza en el talento y la serenidad del hombre. La humanidad ante la catástrofe de las máquinas.
2.- Cheney en silla de ruedas. ¿No es así como uno quiere ver al mal, disminuido, mermado, reducido en su fortaleza? Pero además, ¿no es así como el mal disimula que está buscando los caminos para regresar a la fuerza?
3.- La precipitación de Obama al tomar juramento. Correr antes de caminar, anticiparse antes que prever... signos encontrados para quien predica la humildad antes una multitud interminable. Quizás, también, signo de humanidad en el poderoso, de una dimensión humana en el umbral de la historia.
4.- El desmayo de Ted Kennedy en el Lunch oficial. La fatiga del último de los de Camelot, es el anuncio que se ha emprendido el camino a Avalón con un nuevo Arturo. Es el fin de l fin de una estirpe cuando se emprende la llegada de otra. Pero es también pérdida del vínculo que une un sueño con otro, una esperanza con otra.

2 comentarios:

Itzel dijo...

Me parecen todos signos de ocaso. Los que se salvan para contemplar la última era, el mal que se corrompe, mas no desaparece, los héroes que se van a la isla eterna recordándonos cuán poco tiempo nos queda. El ejercicio no fue inútil sino peligroso, pocos serían capaces de seguir tejiendo el discurso de la esperanza, cuando lo que se asoma en el horizonte es justo lo que nos aparta de ella.

la chica bipolar dijo...

¡ay ovis!

Guárdenos la fortuna de que aparezca el cometa...