viernes, 20 de febrero de 2009

Que puede ser peor

Una muy querida amiga mía, para quién la única crisis importante ocurre cuando no hay café en su casa, me contó que le llamaba mucho la atención lo preocupada que estaba la gente a su alrededor por un crisis que no alcanzaba a entender y que tenía a todos abatidos e inquietos. "¿Tendré que ampliar mis horizontes?", me escribió.
No es la primera persona que me lo dice. Hace no mucho, mi hermana me dijo exactamente lo mismo: "Se respira un aire de preocupación en casi todos".
Una parte fundamental de las crisis económicas consiste en que no sólo se trata de afrontar hechos graves en sí mismos, sino que éstos afectan precisamente las expectativas que tenemos del futuro. Si no vuelven a estas completamente pesimistas, sí las torna claramente inciertas. Las crisis pues, son también un estado de ánimo. Y en ese estado hay quien actúa con verdadero pánico o sólo con una cierta preocupación.
En Estados Unidos, por ejemplo, una universidad, Brandeis, ha puesta a la venta su museo de arte, del que se propone subastar todas las obras de su colección para, dice, poder sobrevivir académicamente. La decisión, por supuesto, ha ocasionado toda clase de reacciones.
Otros, con menos dramatismo, hacen cálculos, como la Universidad de Brown que debe recordar en unos 4 millones de dólares (unos 60 millones de pesos) su presupuesto para este año, y 60 millones para lo presupuestado para el año escolar del 2014, suspendiendo algunas obras, dejando de contratar algunos profesores y eliminando algunos servicios y algunas posiciones.
El día de hoy, un nuevo correo de la presidenta Ruth Simmons de Brown, dice:

The sense of the Budget and Finance Committee and the Corporation, which includes members with deep expertise and knowledge of a variety of asset categories, is that those assumptions were too optimistic. As a result, our revenue assumptions for next year and beyond must be adjusted downward.

Optimistas en proceso de desengaño o pesimistas que apuestan todo a una medida desesperada, son los dos extremos con que la academia -aunque no sólo- está viviendo aquí esta crisis.
Sobreviviente de las ya innumerables crisis o, mejor, del estado de crisis permanente que México vive desde hace más de 27 años, (lo que es equivalente a toda mi vida laboral), me llaman la atención estas reacciones extremas, contrastantes, que parecen sorprenderse de que no todo siga igual, cuando en mi caso eso es exactamente. Como me decía un amigo bosnio, con una sonrisa cómplice, qué puede ser peor que lo que ya está de la chingada.

3 comentarios:

Itzel dijo...

He de confesar que la crisis también me ha preocupado, pero no por sus efectos, sino por mi falta de inquietud ante los mismos. Será que ya no espero mucho del futuro, que desde la reparación de Patriotismo y la inauguración de la nueva línea del metrobús soy mucho más conciente de mi moratilidad o que a mis 28 años sólo he conocido a México en crisis. Me preocupa el no poder preocuparme y en esa medida la crisis me hace mella.
Es el temor a no entender la conciencia general ante el peligro o a tener la certeza de que no es grave perder cuando no se ha ganado mucho. Y claro, siempre nos puede confortar la soberbia fantasía de que hemos ganado algo que no es posible perder.

la chica bipolar dijo...

Ovis:
Debes reconocer una gran diferencia entre la crisis de hace 20 años y ésta.
Hace veinte años mi mamá nos prohibía pedir en el restorán más de un refresco. Íbamos al cine una vez a la semana y traíamos siempre tenis de tela de Panam. Y todo ello era con el pírrico sueldo de investigador de la uam-i.
Luego, tal y como lo narra mi mamá, inventaron en conacyt: una manera ingeniosa de pagarle a los investigadores sin respetar la Ley Federal del Trabajo.
En esta crísis, todo investigador tiene un alto nivel de vida (incluída mi mamá y mi suculenta beca de estudiante de postgrado). Y ahora todos los ligados a la academia podemos pedir refill en los restoranes y usar tenis Panam nostálgicos y caros.

Pero en algo tienes razón: yo, igual que Itzel, y aunque más vieja que ella, no recuerdo un momento en que no hayamos estado en crisis. Tienes toda la razón.

La becaria y por lo mismo no proletaria (pues carezco de derechos laborales) chica bipolar.

PD: la esponja estuvo hablando de tí en su blog...

Lienzo dijo...

Pues tengo una sensación cambiante en torno a esto mi queridisimo Priani. Por un lado siento la crisis en las cosas más absurdas (los libros, las chucherías de la tiendita, los cafes) pero como recién comencé a trabajar la cosa se aliviana.
Crisis mental. Siempre tenemos crisis sólo que evidenciarla la hace más pesada. También pienso que quizás dada mi condición de clase mediera acomodada es probable que la crisis no llegue a mi sino a otros en peor estado...o será al reves? será que sólo los que tienen crisis son los ricos, porque nosotroas jodidos ya estamos???
un abrazote!
un placer leerte!
PD deje un comment en las dedicatorias!