sábado, 9 de agosto de 2008

9 de agosto

Pues no lo pasaron en vivo. A pesar de los cerca de 800 canales de televisión a los que se puede tener acceso a través del cable, ninguno de ellos transmitió en vivo la apertura de los Juegos Olímpicos.
Lo anoto porque me parece completamente incomprensible –las Olimpiadas son, en mi imaginario personal el Evento. La ocasión para comprar o renovar la tele. De hecho, la primera tele a color de la que tengo memoria la compró mi tío Vicente en septiembre de 1968 para ver las los Juegos Olímpicos, y cada cuatro años, desde entonces, mi madre aprovechaba la cercanía de las Olimpiadas para comprar una televisión nueva. Así que este desinterés para ver la apertura en vivo, me resultó desalentadora. Solo que hoy existe Internet, así que terminé viendo la inauguración en vivo por la televisión española La 2 (intenté antes la televisión argentina y la uruguaya, pero hablaban demasiado) a través de Justin.tv. Eso me hizo recordar la diferencia infinita que ha significado la aparición de Internet. El 1974, cuando pasé un mes en Oregón, no pude ver la final de la copa del mundo de Alemania, porque entonces para los norteamericanos, no existía el futbol, y además, no había Internet… Aunque nada de esto explica que en un país tan poderoso deportivamente como Estados Unidos, donde en cada ciudad como Providence, o casi, alguien compite en la Olimpiadas, no se trasmita en vivo la inauguración.
Así que la vi por la red. Y lo poco que puedo decir, después de verla retransmitida por ABC, es que resultó bastante aburrida. Por alguna razón, hace tiempo que estos espectáculos inaugurales son todos iguales: hechos demasiado para la televisión y compitiendo por ver quién hace algo más extravagante. Este no estuvo mal, pero tampoco estuvo muy bien. O quizá, entre los pixeles de la transmisión en Internet y lo fatigoso que es una retransmisión, perdí todo interés.
El miércoles inscribimos a Paolo en la Community Preparatory School una escuela que ofrece educación independiente (y agregaría, algo así como alternativa) cuya característica es ser multiracial y multicultural, y ofrecer diversos tipos de becas para estudio, porque recibe fondos privados para ello.
Estando ahí, en el proceso de evaluación y análisis de nuestro caso, sentí por primera vez que estaremos todo un año aquí. A diferencia de School One , donde estudiará Bruno, en que el proceso a sido mucho menos personal, en el Community Prep el trato de los profesores y el personal administrativo, incluyendo el director extraordinario. Al punto de sentirse completamente integrado e involucrado con la escuela. Vamos, que Patricia Luca (encargada de admisiones) terminó dándonos un aventón de regreso a casa.
Definir esto nos dejó finalmente tranquilos y listos para preocuparnos por otra cosa. Como por ejemplo, qué preparar para una reunión de vecinos el viernes por la noche. Confieso que la invitación al convivio me hizo entrar en pánico (como no me había ocurrido desde que llegamos: qué daríamos de comer nosotros que, de entrada, estamos reaprendiendo a preparar de comer (el desmadre en que vivimos en la ciudad de México nos ha llevado a comer de formas bastante raras y que difícilmente puede llamarse cocina).
Aquí no nos ha ido mal, por cierto, y ayer hicimos unas salchichas con puré de papa y una crema de zanahoria que no le pedía nada a nadie. Pero lo de hoy era otra cosa: una exposición pública, con un grupo de gente (algo que mi misantropía ya estaba resintiendo) con un plato… pasé el día al borde de la histeria. Esa afabilidad y esa forma de integración, resulta contrario a mis costumbres gregarias.
Al final, porque esta familia tiene la costumbre de funcionar por inspiración y muy poco por preparación, mientras mis hijos compraban unos celulares acompañados por su mamá, yo entré a un supermercado que sólo vende productos orgánicos, a comprar tortillas, queso fresco (qué si había importado de México y a un precio exorbitante), guacamole (a un precio también inconcebible) pollo que no sangra y no hace caldo y una lechuga para hacer unos tacos de pollo que al final tuvieron éxito. Pero no adelantemos vísperas.
De manera semejante a como ocurre en mi pueblo, San Salvador Cuauhtenco, aquí también cierran la calle para hacer una fiesta entre vecinos. Hay, claro, algunas pequeñas diferencias: para comenzar la calle es pequeña, y una de las cinco que en tramo de 7 cuadras, que lleva al mismo lugar (y no como ocurre allá que cierran la única que baja hacia mi casa). De hecho, es una calle de una cuadra y la cerraron con autorización de la policía que vino a poner sus conos y barricadas. Llovía, con esa lluvia boba que cae aquí y que dista mucho de las furiosas tormentas de agosto en México. Y ello no impidió que nos reuniéramos unas 10-12 familias, alrededor de un par de mesas donde todos habían llevado sus platillos: ensaladas, pastas, y otras cosas incomibles a la vista. Había poco alcohol (otra diferencia con mi pueblo, en donde lo que no hay es agua). La reunión resultó grata: estaba Mark y su mujer, Bobbi y Tom. (que me resulta enormemente simpático), Ruth, una maestra de cultura clásica en una preparatoria muy costosa de Providence, Moses Brown, con la que Adriana y yo hicimos buenas migas. Un bibliotecario de Rock (ese es el nombre cariñoso con el que se conoce a la fabulosa biblioteca de Brown la John D. Rockefeller Jr. Library), cuyo nombre no conservé en la memoria. Además conocimos a un sociólogo británico que impartirá clases en la RISD (Rhode Island Scoohl of Design), un irlandés cuyo inglés me fue imposible, un médico y su mujer, de trato terso. Hubo otros, pero mi esfuerzo por socializar, terminó por agotarse.
El resto de la noche fue más pacífico. Y entonces reparé en algunos de los temas que hay que tratar pero que no he tratado. Las formas tan singulares de ir al super y la intensa curiosidad que me producen ciertos anuncios comerciales. Pero de eso hablare pronto. En esta extraña ciudad en que no parece, salvo por algunos discretos letreros, que habrá elecciones, y en dónde los grandes eventos internacionales pasan desapercibidos, también llega la hora de dormir.

2 comentarios:

Lienzo dijo...

me resulta muy agradable saber de ti, queridisimo priani. Hace poco asistí a la fiesta de despedida de un bloggero que se iba a vivir a boston para dar clases, y yo no paraba de preguntarme que se sentiría partir. Jojojo fue el gargantua el que me envio directito a leer tu blog. Bueeeeno tacos de pollo siempre son un hit no? je por lo menos en mi casa!
abrazo!

. dijo...
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